viernes, 17 de abril de 2020

CARTA TRIGESIMOTERCERA o SOBRE EL ARTE DE PEDIR PERDÓN


CARTA TRIGESIMOTERCERA o SOBRE EL ARTE DE PEDIR PERDÓN



La Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha pedido perdón por la tardanza de la Unión Europea en reaccionar ante la crisis del coronavirus en Italia:



No puedes superar una pandemia de esta velocidad o esta escala sin la verdad. La verdad sobre todas las cosas: las cifras, la ciencia, las perspectivas de futuro, pero también sobre nuestras propias acciones. Sí, es cierto que nadie estaba preparado para esto. También es cierto que muchos no estuvieron ahí a tiempo cuando Italia necesitaba una mano tendida, muy al principio. Y sí, por eso, es justo que Europa en su conjunto ofrezca una sincera disculpa”




El director del Servicio Vasco de Empleo - Lanbide, Borja Belandia, ha pedido perdón por el sistema de solicitud de unas ayudas de emergencia para autónomos que han creado muy serios problemas y comprensible malestar:



Pedimos perdón porque la página web y la sede electrónica no han estado a la altura del número de demandas que hemos tenido. (Estudiamos ) ampliar esa dotación, ya que es claramente insuficiente comparada con la necesidad que hay (y en próximos procesos) no será necesario abrir otra convocatoria (y se seguirán) otros procedimientos.”




A veces parece que pedir perdón en política no tiene buena prensa. Se puede confundir con debilidad o, peor, con tener que humillarte y darle la razón a quienes te han criticado desde la oposición.



Sin embargo pedir perdón es algo muy sano y profundamente humano. Es un reconocimiento de nuestra falibilidad. Además, más importe, muestra capacidad de mirarnos, de evaluar lo que hemos hecho, de aprender de nuestros errores y de corregirlos. Y por lo tanto debería ser percibido más como un fortaleza que como una debilidad, más como generador de confianza que de lo contrario. Ser incapaz de pedir perdón no te hace grande, sino tonto y miserable.



Pedir perdón no significa que uno confiese toda la culpa y todo el error, pero sí que reconozca que en su debe puede apuntarse algo que podría y debería haberse hecho mejor. Pedir perdón es una forma de pausa, de toma de oxigeno moral y afectivo, para seguir avanzando tras corregir algunas cosas.



No cualquier cosa es pedir perdón de verdad. A veces se emplean fórmulas que se ve a la legua que con impostadas e incluso altivas. Se pide perdón de verdad cuando se identifica el error (o la culpa) y a sus víctimas. Si no se dan estos dos elementos, la solicitud de perdón no es de verdad. Como quien declara pedir perdón “si hubiera hecho algo que hubiera molestado a alguien”. Esa fórmula no vale. Si no he identificado qué he hecho mal, si en el fondo no creo que haya hecho nada mal, ¿de qué pido perdón?, ¿qué voy a corregir en el futuro?



Por eso entiendo que estos dos casos que menciono son buenos ejemplos de pedir perdón en la vida pública. La presidenta de la Comisión pide perdón por no haber respondido a Italia en ese pedido concreto en ese momento concreto. Pide perdón a las autoridades y ciudadanos italianos. Y se compromete a que la Comisión que preside está ya tomando medidas para que eso no vuelva a ocurrir. Compárese esta forma de pedir perdón de verdad, con esta otra forma bastante empleada en política: “pido perdón por los errores que pudiéramos haber cometido”, que da a entender que ni reconozco, ni admito nada concreto y que, por lo tanto, nada he aprendido y, por lo tanto, nada voy a corregir o mejorar.


El perdón no es olvido, pero sí facilita, de alguna forma, un punto y seguido. El perdón libera a quien lo pide de cierta carga, pero no de la obligación de corregir lo que hemos identificado como error.



Lo mismo puede decirse en el caso de Landibe. Se pide perdón por un procedimiento que estuvo mal diseñado, es decir, se identifica y se reconoce el error. Y se pide perdón a quienes lo sufrieron: los autónomos a los que no se les ha dado un buen servicio y a los que se ha creado molestias y perjuicios inmerecidos. Y hay un compromiso de que el sistema se ha revisado y en el futuro no se cometerá el mismo error. Los afectados podrán comprobarlo en el futuro.



Yo no conozco personalmente ni a Ursula von der Leyen ni a Borja Belandia. Sé muy poco de la trayectoria política de la primera y nada de la del segundo. No sé nada de sus vidas personales. No sé nada de ellos como personas. Pero sí puedo decir que tras su petición de perdón, me fío más de ellos. A mis ojos han crecido como personas y como políticos.



Para hoy, un libro: El perdón en la vida pública, de Galo Bilbao, Xabier Etxeberria, Juan Echano, Rafael Aguirre.

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