CARTA
TRIGESIMOCTAVA
o
DE SI ES BUENO QUE TE REGALEN UN CABALLO
Miércoles,
22 de Abril.
Hace
ya unas semanas, no me acuerdo a cuenta de qué, escuche a alguien
contar aquella vieja historia del caballo y la buena suerte.
Un
joven recibe de regalo un precioso caballo. Y todo el pueblo celebra
su buena suerte. Al cabo de unos días el joven cae de su montura y
se rompe una pierna, queda cojo y no puede trabajar en el campo. El
pueblo lamenta ahora su mala suerte. Pero al poco comienza una guerra
y reclutan a todos los jóvenes del pueblo y los envían al campo de
batalla, mientras que nuestro protagonista se queda en casa. Y todo
el pueblo debe volver de nuevo a celebrar su buena suerte. Y
entonces...
He
visto esta historia contada de diversas formas y la puedes alargar lo
que quieras con infinitas derivadas de las causas y efectos que
provocan situaciones afortunadas que se convierten en lamentables que
a su vez se convierten en afortunadas. Pero creo que con ese breve
resumen es suficiente para entender cuál quiere ser la moraleja del
cuento. A veces lo que a primera vista o a corto plazo es malo, se
convierte en bueno a medio o largo. O al revés.
Esta
historia tiene sentido estos días. Un dato que hoy parece bueno
puede ser la antesala y la causa de un dato malo mañana y a la
inversa.
Por
supuesto toda cifra de fallecidos es siempre mala. Cuanto mayor sea
el número de fallecidos, peor es el dato, sin duda. Pero queda
margen para otras lecturas adicionales.
Hay
países que empezaron con datos malos y finalmente no han resultado
tan malos. Hay países que poníamos como ejemplo y resulta que hoy
andan mal. Hay situaciones que a día de hoy no sabemos valorar. Un
mal dato de hoy puede ser un dato que ayude mañana y al revés.
Un
corolario podría ser que tengamos cierta paciencia a la hora de
hacer críticas a los responsables públicos. Salvo los que mientan,
desprecien el conocimiento o jueguen conscientemente con fuego, como
son los casos de Trump y Bolsonaro o, en una segunda categoría,
López Obrador o Boris Johnson, creo que a los demás les debemos
cierto margen.
Las
comparativas entre estados no pueden basarse en una foto fija. Un
cuadro concreto de un día determinado no nos cuenta toda la
historia. Lo cierto es que se requieren lecturas más amplias para
tener una visión global, lecturas que seguramente no seamos capaces
de hacer hoy. Para saber si el chico del cuento, con su caballo pero
con su cojera, ha sido más afortunado o más desafortunado que sus
vecinos en el campo de batalla necesitamos perspectiva. Para comparar
la situación sueca con la española también.
Para
juzgar cómo ha respondido la Unión Europea necesitaremos también
tiempo y perspectiva. Podemos por supuesto criticar esta medida o
aquella demora, pero para juicios más generales me aguardaría un
poco.
Los
entrenadores y los comentaristas de fútbol suelen decir una frase
que viene al caso: esto no es cómo empieza, sino cómo termina. Por
una vez, quizá su discurso nos sirva.
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