CARTA
EXCLAUSTRADA VIGESIMOSEXTA
o
DE LOS TÓNICOS DE LA VOLUNTAD
Viernes, 10 de Abril.
Ayer
se conoció la noticia de que un grupo de investigadores vascos
había creado un nuevo procedimiento de detección de la infección
por conoravirus. Esta sistema de desarrollo de los test que son tan
necesarios hoy en día, podría permitir por lo que parece
autoabastecer las necesidades con una calidad, fiabilidad, rapidez y
precio mejores que los actualmente empleados. Según nos informan los
investigadores es está en condiciones de empezar a producir de
inmediato y de compartir el conocimiento y experiencia allí donde
puede ser útil. En otros lugares tal vez se den noticias similares, no lo sé.
El
diario DEIA publica una entrevista con el coordinador de este grupo
de investigadores. Esta entrevista me parece maravillosa y quiero
comentarla dado que creo que hay en ella muy importantes lecciones
generales que extraer.
1.
Este coordinador, Ugo Mayor, es un investigador Ikerbasque, es decir,
investiga en el marco de un programa público de retención,
recuperación y atracción de talento científico, tras una carrera
científica en importantes centros de investigación del extranjero.
Este programa ha demostrado en varias ocasiones no sólo aportar
cosas muy importantes al país (conocimiento, experiencia, saber
hacer, contactos, conexiones, talento…) sino incluso ser
económicamente rentable. Este podría ser otro ejemplo. El
conocimiento y el talento es necesario y bueno por muchas razones,
pero además puede resultar en ocasiones rentable para un
país.
2.
La mayor parte de estos investigadores (empezaron 5 y ahora son 55)
se dedicaban a otras cosas. La mayor parte de ellos no son
especialistas en microbiología ni habían trabajado en la vida en
virus, y aún así resulta que han sabido adaptar sus conocimientos
para responder con algo útil en un momento de necesidad. Muchos
estaban en ciencia básica. Las fronteras en ciencias son necesarias
para la especialización, pero saltarse fronteras y colaborar entre
diferentes y enriquecer unos campos con lo que traes de otros, con
frecuencia es fructífero.
3.
Estos investigadores se han organizado entre ellos. No han esperado a
una orden, una instrucción, un programa, sino que se han adelantado.
Muchos de ellos podrían estar ahora parados en casa, dado que su
investigación ordinaria no es “esencial” y sus laboratorios o
centros están cerrados. Podrían estar en casa repasando informes de
otras cosas o rehaciendo su currículum o terminando algún artículo
que tuvieran por ahí a medio escribir. Pero han conseguido entre
ellos ponerse en marcha. En una iniciativa que es de abajo arriba o,
como alguno de ellos ha definido, de auzolan (palabra vasca
que refería a cierto tipo de trabajo comunitario más o menos
ocasional en el mundo tradicional agrario y que, por extensión, se
aplica ahora al trabajo voluntario, cooperativo, colaborativo,
autónomo, vecinal...)
4.
La respuesta institucional ha sido buena. Han recibido el apoyo y los
permisos y los medios de sus centros, universidades o fundaciones.
Han conseguido el apoyo de la consejería de sanidad y de los centros
sanitarios. Han conseguido saltar obstáculos burocráticos, tal vez
necesarios en circunstancias ordinarias, pero imposibles ahora. Las
instituciones les han respondido. A veces las instituciones pueden
flexibilizar sus lógicas si la ocasión lo merece.
5.
Los test parece que son más fiables y más rápidos que lo que se
emplean a día de hoy. La producción puede ser inmediata. Y dado que
la maquinaria, la infraestructura, el conocimiento y el personal
existen gracias a la inversión pública en I+D del país durante las
últimas décadas, el coste podría ser mucha más bajo. Invertir en
I+D no es un gasto, no es lujo caro: es una inversión que nos
permite no depender de otros y tener recursos propios para salir
mejor de los problemas.
6.
Este nuevo test, por supuesto, no se lo ha “inventado” este grupo
desde la nada, desde cero, en 10 días. Sino que está basado en el
conocimiento científico acumulado por generaciones y, muy en
concreto, por la información desarrollada y compartida durante las
últimas semanas e incluso días por investigadores, técnicos,
instituciones académicas y personal sanitario de todo el mundo. En
la mayor parte de los casos gratuitamente. Es decir, habría sido
imposible avanzar sin caminar sobre hombros de otros. Habría sido
imposible si no hubiera habido colaboración desinteresada
internacional, normalmente de instituciones públicas. La
colaboración y la cooperación entre científicos de todo el mundo
se da y funciona. No todo es competencia y rivalidad.
7.
Se nos informa de que en 10 días se han coordinado científicos -y
consecuentemente gestores- de diversos centros del país tales como
la UPV-EHU, el programa Ikerbasque, el Centro Achucarro de
Neurociencias, la Fundación Biofísica Bizkaia, BioCruces, BioAraba…
Sumando se multiplica.
Estas
7 lecciones sirven para la ciencia y para la lucha contra el
coronavirus, pero bien pensado, seguramente sirven para muchas más
facetas de nuestra vida personal y colectiva. ¿Intentamos
reflexionar sobre la utilidad de alguna de ellas en nuestra vida o en
nuestra forma de ver la cosas?
Hace
algún tiempo leí Los tónicos de la voluntad, de Santiago
Ramón y Cajal. Vale, claro que es un libro que se ha hecho muy viejo
en muchos sentidos. La forma en que se refiere a las mujeres, por
ejemplo, es absolutamente inaceptable hoy. Pero sigue tendiendo otras
muchas cosas muy interesantes, extraordinariamente sugerentes e
incluso, yo diría, actuales. Recuerdo por ejemplo su optimismo
crítico, que era su “idea de que la ciencia está en perpetuo
devenir, que progresa y crece incesantemente, sin llegar jamás a la
plena madurez, y que todos podemos aportar, si nos lo proponemos de
veras, un grano de arena al imponente monumento del progreso”.
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