domingo, 22 de marzo de 2020

CARTA EXCLAUSTRADA SÉPTIMA o DEL SESGO DE CONFIRMACIÓN




CARTA EXCLAUSTRADA SÉPTIMA o DEL SESGO DE CONFIRMACIÓN



Domingo, 22 de Marzo.


Este sesgo de confirmación nos empuja, sin que nos demos cuenta las más de las veces, a interpretar toda nueva información que nos llega como una confirmación de lo que ya creemos saber. Caigo en él cuando, diga lo que diga el titular de hoy sobre el coronavirus, me parece que demuestra que yo tenía razón, confirma mis esquemas mentales y refuerza mi ideología o mis posiciones iniciales.

Si mi escritor favorito vende bien su nueva novela eso demuestra lo bueno que es. Pero si la vende mal, eso demuestra que es tan bueno que la masa ignorante y sin gusto no lo puede valorar. En ambos casos interpreto el dato para confirmar mi idea previa.

Te voy a poner un ejemplo real de estos días. Si crees que las multinacionales farmacéuticas son unas estructuras diabólicas construidas para destruir nuestra salud, cualquier cosa confirmará ese prejuicio. Algunas personas que hasta ayer extendían bulos según los cuales esta pandemia era una confabulación montada por las farmacéuticas para ganar dinero, cuelgan hoy una entrevista a Noam Chomsky en que defiende que esas mismas empresas son culpables precisamente por lo contrario, por no haber hecho nada: “las multinacionales farmacéuticas saben desde hace años que existe una gran probabilidad de que se produzca una grave pandemia pero, como no es bueno para los beneficios prepararse para ello, no se ha hecho nada”.

Vamos a ver, ¿ayer me decías que eran culpables de haber creado el virus y hoy me explicas que son culpables de no haberlo previsto? Aquí tienes un ejemplo de sesgo de confirmación. Si las farmacéuticas hacen X, eso demuestra que Y (que es lo que yo siempre he pensado). Y si NO hacen X eso demuestra que igualmente Y. Diga lo que diga la información demuestra mi idea previa.

Si tú crees que el sistema de mercado es el culpable de todos lo males, esta crisis del coronavirus lo confirma: “Esta crisis es el enésimo ejemplo del fracaso del mercado”. (Aquí la palabra enésimo no es casual: dice que ya lo sabía porque he tenido enésimas oportunidades de interpretar otros datos en ese mismo sentido). Aunque la crisis ataque igualmente a un país férreamente comunista como Corea del Norte, que a un país férreamente teocrático como Irán, que a un país democrático como Italia, el resultado es que confirma el fracaso del mercado.

Pase lo que pase, eso que pase demostrará que mi visión del mundo es correcta. Pase lo que pase servirá para confirmar mis ideas previas.

Dame cualquier pieza o su contraria (que los laboratorios descubren rápido una vacuna o que tardan mucho; que lo descubra un proyecto público o uno privado; que muera más gente en Irán que en Italia o que al final resulte al revés; que en Rusia muera mucha gente o poca) que inconscientemente yo sabré encajar esa pieza en mi estructura sin necesidad de modificar ni aprender nada, seré capaz de ponerla en mi mecano ideológico sin tocarlo, sabré elevar una nueva altura de mi andamio intelectual con esos materiales que me des.

Decía Winston Churchill, en una de sus frases de ingenio insuperable, que un fanático es una persona que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema.

Si tu tema es que la guerra comercial entre China y los EEUU explica toda la complejidad del mundo contemporáneo entonces el coronavirus es una gran oportunidad para confirmar tus claves: “Trump decidió subirse al tren de la pandemia como el pretexto perfecto para cerrarle todas las fronteras a China y lo logró. Una auténtica jugada de ajedrez”. No sé si este autor ha jugado mucho al ajedrez de verdad.

Si tu tema es la lucha contra el capitalismo neoliberal y heteropatriarcal, estás de enhorabuena, el coronavirus viene a darte la razón: “el coronavirus es la conclusión lógica, clara y directa de un orden económico y social que se llama capitalista, neoliberal y heteropatriarcal. El coronavirus simplemente se nos revela como el último episodio de una serie que ha hemos visto venir desde hace tiempo”.

Atención en este último texto a las palabras como “simplemente”, “lógica, clara y directa”, “ya hemos visto”. ¿Estamos, según este texto, ante algo complejo, de mil derivadas interrelacionadas, que nos reta a repensar nuestras convicciones o creencias?, ¿nos dice esta situación sin precedentes algo nuevo?, ¿nos ayuda a reconsiderar algo de lo que creíamos saber?, ¿hay algo distinto que podemos aprender de los que nos está pasando? La respuesta es: no. Todo lo contrario, estamos ante algo que “simplemente” nos demuestra de forma “lógica, clara y directa” (o sea que si no lo ves es que o eres tonto o estás cegado) lo que “ya hemos visto” muchas veces, es decir, nos confirma lo que ya sabíamos.

Podríamos poner otros ejemplos de distintas ideologías, pero creo que la idea ha quedado clara y cada uno sabrá cómo aplicárselo.

Yo por ejemplo debería releer las cartas hasta ahora escritas y descubriría que he interpretado lo que ha pasado como una confirmación de mis ideas previas sobre el multilateralismo de una forma tal vez insuficientemente crítica y que quizá no he aprovechado los nuevos datos para considerar los fallos o límites de ese multilateralismo. Puede ser. O que he empleado lo que hemos sabido estos días para confirmar mi interés por subrayar la idea de responsabilidad individual en el mundo contemporáneo sin considerar suficientemente sus limitaciones. Puede ser.

Podemos ver este sesgo en el propio Noam Chomsky. Vaya por delante que Chomsky es un gigante del pensamiento, de la lingüística y de la política. Un hombre de una inteligencia prodigiosa y de una capacidad de trabajo imbatible que lleva más de 60 años acumulando información y creando pensamiento. Mis máximos respetos. Pero si digo que veo con frecuencia un acentuado sesgo de confirmación en su pensamiento, mi comentario no debe ser entendido como desprecio por mi parte, sino como un aviso a navegantes: si este sesgo puede afectar a semejante gigante, ¡qué no hará con nosotros!

Yo leía en mis veintitantos a Chomsky con verdadera devoción. Aprendí de él muchísimo. Le debo mucho. Pero poco a poco me empezó a parecer que sus ensayos eran cada vez más previsibles. Cada nueva crisis, cada nuevo conflicto, servía para confirmar su visión de la avaricia de los poderosos, de su inmoralidad, del abuso del establishment norteamericano sobre el resto del mundo, de las clases poderosas sobre las más débiles, de la maldad de los intereses económicos, de los bancos, las aseguradoras y las multinacionales, del control del influyente lobby judío y, cómo no, la culpabilidad israelí. De pronto me llegó a aburrir porque me pareció que dejaba de aprender con sus libros. Sí, era cierto que cada nueva obra me daría mil datos nuevos e interesantes que emplear en el próximo debate, sin duda, pero que esta información era en su obra un mero pretexto para insistir en su visión ya conocida del mundo, sin matizarla, sin hacerla más compleja y rica.

Tuve un montón de libros suyos, pero creo que algunos han caído en las sucesivas limpiezas de biblioteca. Cada uno tiene su forma tonta de mostrar sus filias y fobias y me doy cuenta de que en la última reorganización de mi biblioteca Chomsky pasó de un lugar visible y noble del salón a un rincón bajo del despacho. Son detalles que dicen mucho. Hago recuento: me quedan 6 libros suyos y, más significativo aún, tres de ellos son de lingüística y educación y sólo me quedan tres de política internacional. Miro las fechas: los últimos son de 2004 y 2005. No he vuelto a comprar -ni leer- un libro suyo en 15 años.

Sí que leo de vez en cuando alguna entrevista o artículo suelto que me llega por un lado u otro, pero por desgracia me parece que sigue pecando de sesgo de confirmación en cada nuevo conflicto, en cada nuevo problema, en cada nuevo reto que le toca analizar.

¿Ves algo interesante en el último párrafo?, ¿una forma de paradoja, tal vez?, ¿un ejemplo de sesgo de confirmación por mi parte al denunciar el de otro? He dicho que todo lo que leo me sirve para confirmar lo que ya creo saber (que Chomsky peca de sesgo de confirmación). En fin, que la lógica es muy juguetona.

Como lectura te recomiendo, ya que hemos citado la frase de Churchill sobre el fanatismo, una obra muy breve: Contra el fanatismo (o Cómo curar a un fanático, que es lo mismo en otra edición), del israelí Amos Oz.

¡Feliz domingo!

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