Espero que os resulte de interés.
Os facilito para su lectura tres formatos distintos:
- la foto aquí abajo tomada directamente del DEIA esta mañana;
- el enlace aquí al artículo en la página de Noticias de Gipuzkoa;
- y más abajo, por si te resulta más cómodo para leer, está de nuevo el texto copiado íntegramente.
LECCIONES TRAS UN CIBERATAQUE
Estos días el mundo ha sufrido un ciberataque masivo que no sé si será el peor de la historia, pero sí el que más alarmas ha despertado. Desde el ya viejo bluff del efecto milenio, ¿se acuerdan?, no habíamos visto semejante cantidad de informáticos en los medios explicándonos con paciencia lo que para ellos es básico y para el resto de nosotros inextricable y casi mágico misterio: cómo funciona la red. Dicho queda que no tengo conocimiento técnico para hablarles de los detalles del ciberataque, pero sí creo poder decir algo sobre internet y la seguridad internacional, sobre internet y la gobernanza global.
Internet es la más fantástica tecnología de comunicación e información que hemos tenido, no ya desde la imprenta, hito seguramente superado como punto de comparación, sino desde la invención de la escritura hace casi una decena de milenios. Internet es ya imprescindible no sólo para recibir información y comunicarse, es también una herramienta de primer orden para participar en sociedad, para comprar y vender, para hacer sociedad civil y para relacionarse en los más diversos órdenes. Es un instrumento para ejercer ciudadanía, derechos y obligaciones, libertades y responsabilidades.
Internet ya no es un lujo ni un servicio prescindible, cuya gestión nos interesa sólo en tanto clientes y consumidores. El acceso asequible y sin discriminación a internet es ya un derecho humano. Además cada vez más aspectos relativos a otros derechos, como la privacidad o el uso de nuestros datos, están afectados por internet.
La seguridad de la red es una cuestión de primer orden, como lo puede ser la seguridad de nuestros hogares o bienes. Que alguien entre en nuestro ordenador es como si entrara en nuestra casa, mientras estamos fuera, y revisara nuestros papeles, nuestras fotos, nuestro botiquín, nuestra nevera y nuestros armarios más íntimos. En muchos casos puede resultar incluso más grave. Según avance el internet de las cosas controlar nuestros accesos puede ser controlar también directamente nuestras cosas.
La seguridad de la red no es pues ya una cuestión que interesa únicamente a los expertos o a las empresas o que nos interesa sólo como consumidores o clientes. Es algo que afecta directamente a nuestra seguridad y derechos. Seguramente a muchos de nosotros nos afectaría más si nos roban la identidad virtual y sus contenidos que si nos robaran, por poner, el coche o la cartera.
Podemos exigir a nuestros ministros o alcaldes más seguridad en la vía pública, pero ¿a quién demandamos más seguridad en internet?, ¿qué internet queremos? Yo me uno a quienes apuestan por un internet más gobernado por las instituciones políticas públicas (al menos tenemos a quién pedir cuentas) sin dejar a un lado las necesarias colaboraciones privadas, pero en un régimen de transparencia. Me sumo a los que quieren que sea una gobernanza global (ahí el papel de la ONU debería ser principal). Me sumo a los que trabajan para que internet sea seguro, abierto, accesible para todos, plurilingüe y fiable en sus contenidos. En esta tarea podemos contribuir todos con nuestro quehacer diario en la red.
No es reto fácil. Pero como humanidad hemos hecho cosas más difíciles. Que este ataque de la semana pasada sirva como aviso para comprometernos en esta tarea. En caso contrario no es impensable cierto repliegue de internet en los próximos años y, detrás como directa consecuencia, un repliegue del bienestar y de los derechos y libertades en nuestras sociedades.
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