domingo, 30 de septiembre de 2018

Los mayores defensores de los Derechos Humanos

Mañana es el Día Internacional de las Personas de Edad. El 1 de Octubre fue así designado por la Asamblea General de ONU en 1990, mediante la Resolución 45/106.


Por eso este fin de semana he publicado en El Correo el siguiente artículo:












LOS MAYORES DEFENSORES DE LOS DERECHOS HUMANOS






El 1 de Octubre se celebra, por acuerdo de la ONU, el Día Internacional de las Personas de Edad. Quizá esta expresión, personas de edad, suene a eufemismo, especialmente cuando en otras lenguas la ONU se muestra más directa: “older people” en inglés o “personnes âgées” en francés. Pero el diccionario de la Real Academia acepta la expresión “de edad” significando lo mismo: ”dicho de una persona: muy avanzada en la madurez”.





¿Cuánto de avanzada en la madurez es una persona de edad? La ONU incluye en este grupo a las personas mayores de 60 años. En nuestro entorno preferimos fijar la frontera en los 65. Ser persona mayor, ya lo sabemos, es algo relativo. Hace uno o dos siglos eran y se sentían ancianos a una edad en que ahora se hace deporte, se viaja y se toma parte en todo tipo de actividades sociales y culturales, es decir, a una edad en que se tiene un vida intelectual, física y social plena. Tampoco es lo mismo tener 65 años en Japón, Suiza o aquí, en Euskadi, (donde la esperanza media de vida está ya en 82 años) que en Sierra Leona, Botswana, Swazilandia o Lesotho (países que no llegan a una esperanza de 50).





El envejecimiento de las sociedades es un fenómeno, sin embargo, universal. Todos los continentes están aumentando su población mayor: desde el más envejecido, Europa, que tiene un 25% de población mayor en la actualidad y pasará a un 35% en el 2050; hasta el más joven, África, que pasará, en las mismas fechas, del 5 al 9%. La mejora de la sanidad, la alimentación, las condiciones de vida, así como las lógicas demográficas explican estas cifras.





La ONU nos pide que dediquemos el Día de la Personas Mayores de este año a los Derechos Humanos, dado que estamos celebrando el 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La ONU nos invita a que recordemos el papel que juegan las personas que ya habían nacido cuando la Declaración se aprobó, el 10 de diciembre de 1948, en la defensa y promoción de los derechos humanos. Se trata de hablar de los mayores no sólo como sujetos de derechos, sino como defensores de sus propios derechos y de los de otros.





La Declaración Universal nació en un contexto histórico marcado por el fin de la Segunda Guerra Mundial y ese prólogo que fue la Guerra Civil española. Por eso uno piensa en quienes vivieron los horrores de aquellos años. Cada vez nos quedan menos testigos de Auschwitz o del bombardeo de Gernika, por poner dos ejemplos entre tantos posibles. La semana pasada murió Marceline Loridan-Ivens, pero hace unos meses que en la Universidad de Deusto tuvimos la oportunidad de escuchar a otro superviviente: Marian Turski. Hace poco pude escuchar con mis hijos los recuerdos de Luis Iriondo, el chico de Guernica. Mientras esto sea posible es nuestro deber escuchar y honrar a las víctimas que dan testimonio y son memoria y son así defensores.





En nuestro entorno tenemos personas de 70 años y más que luchan por los derechos de los menores, o de los inmigrantes o de las víctimas de violencia de género o de la violencia política o por los derechos económicos y sociales de los propios mayores, o personas que trabajan por la igualdad y la equidad o que promocionan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) o el ejercicio de los derechos culturales y lingüísticos. Este 1 de octubre será su día.





El envejecimiento es un tremendo reto para nuestro país, que nos obliga a repensar el trabajo, la jubilación, las prestaciones sociales, los servicios y el envejecimiento activo y productivo. Es un reto que requiere de mucha innovación social, científica y tecnológica. Un reto que es económico y social.





Las instituciones de nuestro país parecen haber identificado bien el reto y apuntan estrategias ambiciosas. La Diputación de Bizkaia ha anunciado la semana pasada, tras la Bizkaia Silver Week, un Nagusi Intelligence Center de enorme proyección. La Diputación de Gipuzkoa había identificado ya esta cuestión como una de las prioridades estratégicas de su plan Etorkizuna Eraikiz y ha dado pasos concretos con el proyecto Adinberri, en Pasaia, que será un centro de servicios e investigación. Son iniciativas en la buena dirección: no se limitan a ver el envejecimiento como una carga y un costo (que lo es y hay que afrontarlo de forma realista y sostenible) sino también como oportunidad de creatividad y promoción económica, y sobre todo – lo más importante- como reto de mayor calidad de vida durante cada vez más años





Me quedo para terminar, con una reflexión de la experta independiente de la ONU para los derechos de las personas de edad, la chilena Rosa Kornfeld-Matte, en su informe sobre tecnología y robótica cuando dice que “el diseño de la tecnología de apoyo debe incorporar un enfoque basado en los derechos humanos. Las personas mayores deben participar activamente en el diseño y el desarrollo de la tecnología de apoyo y de la robótica. Deben también participar en todos los aspectos de la adopción de decisiones acerca de la introducción de esa tecnología. Los poderes públicos tienen que tomar todas las medidas para asegurar la participación activa de las personas de edad en la investigación, el desarrollo y la formulación de estas políticas“. Confío en que las citadas iniciativas de nuestras instituciones serán ejemplares a la hora de aplicar estos principios internacionales.





Allí nos veremos todos: unos un poco antes, otros un poco después.

sábado, 29 de septiembre de 2018

Argentina ante el espejo

Hoy escribo en DEIA y en otros medios de Grupo Noticias sobre Argentina:







ARGENTINA ANTE EL ESPEJO





Dicen que el economista norteamericano, de origen ruso y judío, Simon Kuznets, Premio Nobel de Economía en 1971, dijo en los años cincuenta que en el mundo había cuatro tipos de países: los desarrollados, los subdesarrollados, Japón y Argentina. Japón vivía el milagro de pasar en pocos años de una sociedad arrasada a una potencia industrial y tecnológica de nivel mundial. Argentina vivía el proceso inverso: de ser una gran potencia económica y comercial, pasaba a ser un país cada vez más empobrecido.

Sea o no frase apócrifa, me sirve. Y es que Argentina es, sino inclasificable, sí desconcertante. Un país rico en recursos naturales, con un sistema educativo razonablemente bueno, con cuadros bien formados... y sin embargo no deja de dar sorpresas desagradables.


Ha tenidos muchos gobiernos desafortunados: el populismo peronista, los años dictatoriales, Menem o los gobiernos kirchnerianos que no dejan de ser neo-peronistas que visten de izquierda lo que termina por ser populismo inepto y cleptocrático.


Cuando confiábamos en que la tremenda crisis de comienzos de este siglo había pasado a la historia, nos encontramos con que el gobierno debe pedir fondos extraordinarios al FMI (hasta 57.100 millones de dólares, un 12% del PIB previsto para este 2018) para rescatar una economía enormemente deficitaria. No me parece justo hacer el chiste de que no estamos ante una crisis macroeconómica, sino macri-económica, jugando con el apellido del Presidente Macri, dado que los problemas de déficit y deuda (y fiabilidad de los datos) vienen muy de atrás y son muy profundos. La situación internacional o la sequía no han ayudado, pero lo cierto es que el gobierno de Macri tampoco ha sabido manejar la situación.


La calidad de la deuda argentina no puede aspirar a compararse a la de sus vecinos, Chile o Brasil o Uruguay, sino que está entre las de Jordania, Honduras, Nicaragua, Líbano o Jamaica, países de dimensión, riquezas, capacidades y potencialidad económica muy inferiores.


Ahora el gobierno apuesta por unas duras medidas, pero para ello debe renunciar al crecimiento, lo cual supondrá costos sociales importantes. El acuerdo con el FMI garantiza unos mínimos de gastos sociales, lo cual parece una mejora con respecto a los acuerdos que tradicionalmente imponía este organismo internacional. Se dice, por ejemplo, que los gastos de educación, razonablemente buenos hasta la fecha, se van a mantener.


Me acuerdo, hace ya años, de ese cónsul argentino en nuestras tierras que se mostraba orgulloso de que, según él, su país fuera el único del continente sin pueblos indígenas. La realidad ha cambiado, y el reconocimiento constitucional de estos pueblos lo demuestra, pero permite entender lo que los pueblos guaraní o mapuche y otros tienen que sufrir aún hoy de humillación, negación, desprecio y discriminación en su propio territorio.


El país de Borges, Cortazar y Sábato, de grandes cineastas y de otros genios en artes más difícilmente clasificables como Quino o Les Luthiers, tiene creatividad y formación sobrada para salir del agujero sin volver a caer en manos de los populistas que venden soluciones baratas a problemas costosos.
Veremos si el país quiere y puede.

sábado, 22 de septiembre de 2018

Marceline Loridan-Ivens: una mujer que es memoria

Hoy escribo en DEIA sobre esta mujer


se llamaba Marceline Loridan-Ivens. Murió el martes. Y es una mujer que hay que conocer y recordar.






 




MARCELINE: UNA MUJER QUE ES MEMORIA


Esta semana ha muerto a los 90 años Marceline Loridan-Ivens, escritora, cineasta y superviviente del Holocausto. Este verano murió Claude Lazmann, con quien tiene tantos paralelismos. El verano pasado murió Simone Veil, hermana en la deportación y el martirio de Auschwitz. Van quedando pocos de aquellos que vivieron los campos de concentración. Nuestro deber es escuchar y honrar su memoria.

Marceline no fue un personaje fácil ni complaciente. Es inclasificable. Su legado no sirve a la izquierda, que no le perdona su defensa de la existencia de Israel y su derecho a defenderse. No sirve a la derecha, que la ve como una comunista no suficientemente reformada. No sirve a Israel, por su ateísmo y su judaísmo cosmopolita, laico y contaminado. No sirve a cierto feminismo que dice buscar mujeres fuertes, pero que reniega de las que por serlo tienen criterio disidente y osan expresarlo. No sirve a la memoria oficial de Francia, que quiere recordarse resistente y no colaboracionista. La memoria de Marceline no sirve para confirmar ninguna ortodoxia, para dar la razón a ningún grupo: sólo sirve para buscar trágica, agónicamente.

Se hizo comunista y vivió las rigideces de la ortodoxia y pagó los costes del desviacionismo, pero varias cosas le salvaron de la prisión interior del fanatismo ideológico: el amor a la cultura, la curiosidad intelectual, la compasión por el sufrimiento del inocente y un duro, cínico sentido del honor. La inteligencia no nos libra del fanatismo. La historia y el presente nos dan ejemplos de inteligencias prodigiosas entregadas a la fantasía de cualquier ideología suficientemente redonda y cruel. Solo la lúcida mezcla de cultura, curiosidad, piedad y humor nos da alguna esperanza.

Marceline fue deportada junto a su amado padre. Él se lo advirtió: yo soy mayor, no volveré, pero tú eres joven, sí regresarás. Lo contó en un libro que es homenaje: Y tú no regresaste.

Luego escribió otra obra que imperdonablemente aún no está editada en español: L'amouraprès. Una niña pudorosa que no había visto a nadie desnudo, ni de su familia, ni se había desnudado ante nadie, y de pronto debe hacerlo junto a muchas, como cuerpos que son ganado o cosas o marionetas, frente a un doctor de apellido Mengele. La adolescente que había visto todas las caras de la muerte, todas sus formas, sus olores y sus gritos, pero nada sabía del amor y de una piel suave o un beso: J’ai tout vu de la mort sans rien conaître de l’amour. No quiso hijos e hizo de ello una pregunta sobre su nihilismo paradójicamente lleno de vida y creación.

Una mujer que resume la historia de su siglo. Fue anticolonialista contra su país siendo por ello detenida, pero denunció después las miserias de los nuevos estados sin el paternalismo tonto de la queja eterna y victimista de ese colonialismo que ella sí combatió. Tuvo que cavar tumbas y ser parte del sistema de eliminación de los suyos. Y olvidó y negó y recordó y aceptó.

Marceline veía cómo la vejez la dulcificaba y eso le gustaba. Fue bella y dura, sonriente y sufriente, fuego rojizo en el pelo y en el corazón. No la habrán visto en los periódicos. Por eso quería traerla aquí: para que su memoria no desaparezca y viva en la nuestra.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

El tiro por la culata

Hablo en El Correo sobre el fiasco de la venta de armas a Arabia Saudí:




EL TIRO POR LA CULATA


El asunto de la venta de armas a Arabia Saudí ha constituido la crisis de descoordinación más grave de los primeros 100 días del Gobierno Sánchez. Ha sido algo más que un fiasco. Me perdonarán ustedes que emplee la manida imagen del tiro por la culata, pero la tentación es irresistible cuando la metáfora refleja a la perfección el asunto y lo hace en los términos armamentísticos que merece.


Si la intención inicial del Ejecutivo era mejorar los estándares de respeto a los derechos humanos y el derecho internacional en su política exterior, incluso si de paso se buscaba apuntarse un tanto de imagen, el efecto no ha podido ser más contraproducente. Habría sido mejor no iniciar la polémica y dejar las cosas como estaban.


El Gobierno ha tenido que recular y los ciudadanos hemos recibido un mensaje letal: que por un lado están las buenas intenciones y por otro la realidad que impone sus límites. Las primeras, las buenas intenciones, son válidas cuando se está en la oposición y no se tienen responsabilidades. Las segundas, las exigencias de la realidad, se reconocen cuando uno llega al poder y afronta sus complejidades.


Incluso el alcalde de Cádiz, de Podemos, ha tenido que mostrarse realista: «si no los hacemos nosotros, los harán otros». Quienes están agotados por la insufrible sobredosis de moralina de los representantes de Podemos, desde la calle o desde la oposición, se regocijan por estas declaraciones que nos los traen al mundo de los adultos. Pero yo lo lamento, puesto que este cambio de discurso confirmaría la idea que denuncio: que ante este tipo de situaciones hay que tomar una opción entre dos extremos contrarios, entre el ‘buenismo’ inútil y el cinismo práctico. Así planteadas las cosas todos deberemos terminar aceptando tarde o temprano que la realidad se impone.


A mi juicio, ante este dilema el Gobierno debería optar por los principios como objetivo, pero no por una aplicación de los mismos que ignore el contexto y las consecuencias de las decisiones, no una aplicación ingenua donde todo es inmediato y unívoco. Hace ya más de 100 años que Max Weber habló sobre la responsabilidad y la ética en la política. Releerlo nos ahorraría tiempo.


Aplicar los mejores estándares internacionales en materia de armas y derechos humanos no supone renunciar a la industria militar. Las armas son necesarias en el orden internacional y hay que construirlas. Pero su comercio debe ser controlado de modo muy estricto, de acuerdo a los tratados internacionales y las recomendaciones de la ONU.


España está obligada a no facilitar armas a un país si van a ser empleadas para cometer genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra u otro tipo de crímenes internacionales. No estoy recitando un mero principio moral: desde la aprobación del Tratado sobre el Comercio de Armas y su ratificación por España, junto a otros 83 países, estamos ante una obligación internacional que nos vincula.


España debe respetar sus compromisos internacionales por medio de plazos y objetivos realistas. No es malo que España tenga industria militar (no sólo por los puestos de trabajo). Y esta industria necesita de apoyo del gobierno, como la que vende trenes, parques eólicos o servicios de telecomunicaciones. El apoyo debe ser amplio pero bien orientado, en ocasiones tener sus límites, sin llevar al sacrificio de las posiciones políticas fundamentales del Estado.


Si una industria no puede vender en un mercado razonablemente abierto y legal, con competencia más o menos trasparente, como normalmente hacen quienes venden trenes, parques eólicos o servicios telefónicos, el problema es grave, pero no podemos resolverlo a costa de incumplir sistemáticamente el derecho internacional. Si nos plantearan como extremo el dilema de que el futuro industrial de una provincia dependiera de modo excesivo de unos pedidos en el borde del derecho internacional, significaría que ese sistema industrial estaría desequilibrado y algo habría que hacer a medio plazo por corregirlo. Centrarse únicamente en conseguir contratos en los límites de lo aceptable podría ser excepcionalmente necesario para salvar una emergencia puntual, pero convertido en práctica no ayudaría a corregir el problema de fondo, sino que lo agravaría.


No me gusta el simplismo de plantear que estamos en una lucha inevitable entre dos absolutos, entre el «buenismo» iluso e ingenuo, por un lado, y el realismo cínico y responsable, por el otro. Que tenemos que optar por paz o empleo. Quiero salir de ese esquema y proponer un enfoque basado en un equilibro maduro de principios serios, incluidos los más altos estándares internacionales en materia de derechos humanos como objetivo, pero aplicados con realismo, con prudencia, con mano izquierda, con diplomacia, conociendo la complejidad de los distintos intereses y orgullos nacionales, y con la mirada en el medio y largo plazo. No sé si eso pasa por revisar o no los contratos ya existentes, pero desde luego exige planificar las políticas industriales y las prioridades de la acción exterior con plazos superiores a los del titular de mañana e incluso superiores a los de una legislatura.


El Gobierno ha hecho un flaco favor a la causa de los derechos humanos metiéndonos en una polémica mal planteada. Sus efectos han sido contraproducentes. Aún así prefiero un Ejecutivo que no sabe resolver estos complejos dilemas y que tropieza por el camino, lo prefiero, digo, a otro, el anterior, que no se los planteaba.

sábado, 15 de septiembre de 2018

Un triunfo de la libertad en la India

Mi artículo #MirarHaciaOtroLado de esta sábado, publicado en DEIA y otros medios del Grupo Noticias, habla de una importante resolución judicial dictada esta semana por el Tribunal Supremo de la India. Espero que os resulte de interés:








UN TRIUNFO DE LA LIBERTAD EN LA INDIA

Esta semana la causa de la libertad y la no discriminación ha vivido una importante victoria en la India: la homosexualidad ha sido despenalizada, ha dejado de ser considerada un crimen y pasará a ser un sentimiento, un deseo y una práctica libremente desarrollada entre adultos. No es un triunfo únicamente del colectivo homosexual. Debemos entenderlo como un triunfo de todos lo que creemos en la libertad.

La homosexualidad estaba recogida como delito en el artículo 377 del Código Penal. Esta norma tenía su origen en la época de la colonia británica, en la época victoriana, en 1861. En el oscurantista tono de la época, en el humillante lenguaje que en ocasiones se aplica a este colectivo, este artículo 377 se refería al “acceso carnal contra natura con un hombre, mujer o animal”. Una expresión insultante que incluía algo tan digno como las relaciones sexuales consentidas y libres entre adultos en privado.

Las penas previstas eran muy serias: “será penado con prisión de por vida, o con prisión por término o que podrá extenderse a 10 años y una multa”. Hasta 1.500 al año eran detenidas en virtud de este artículo 377.

Estamos ante un triunfo legal que llega tras un recorrido judicial largo y plagado de avances y retrocesos, de pasos hacia adelante y de pasos hacia atrás, como suelen ser estas cosas. Uno de los más importantes avances se dio en el 2009, cuando el Tribunal Supremo de Delhi impuso la despenalización de la homosexualidad. El principal paso hacia atrás se sufrió en 2013, cuando el Tribunal Supremo de la India decidió no ratificar esa decisión y volvió al punto de salida, 150 años atrás: a 1861.

Antes de que nuestro eurocéntrico complejo de culpa colonial se ponga en marcha, les advertiré que no toda la culpa la tienen la reina Victoria, ni Rudyard Kipling, ni los tres lanceros bengalíes. Los influyentes grupos religiosos tradicionalistas indios estuvieron detrás de aquella lamentable decisión: su presión fue insoportable. Un famoso gurú del yoga, por ejemplo, invitaba a los homosexuales a su centro de espiritualidad “donde curarles la homosexualidad”, puesto que esas relaciones a su juicio son “no naturales, incivilizadas e inmorales”.

La India corrige así, con esta decisión de ahora, una discriminación contraria a los derechos humanos. En el 2015 el estado de Kerala se había adelantado aprobando políticas no sólo despenalizadoras sino de igualdad e integración que incluyen a los transexuales . Y es que, una vez conseguida la despenalización, se debe avanzar ahora hacia la igualdad efectiva y el respeto jurídico y social hacia todas las personas LGBT. Lo ha dicho la nueva Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, la chilena Michelle Bachelet: esta decisión "allana el camino hacia una mayor inclusión y aceptación de las personas lesbianas, gays, bisexuales y transgénero en la India, y con el tiempo puede ayudar a disipar el estigma asociado a ser LGBT".

Aún quedan muchos países en que la homosexualidad está perseguida y penada, incluso con pena de muerte. Hoy toca celebrar este avance en la India.. A partir de mañana tocará seguir trabajando porque esa libertad se extienda por todo el mundo.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Un MBA en Responsabilidad Social Empresarial

Conozco a alguno de los profesores que están detrás de esto y tengo la más alta consideración intelectual hacia ellos, de modo que me parece que este Máster puede ser una buena opción para quienes estéis interesados en un MBA específicamente enfocado a la gestión socio-ambientalmente responsable. Lo imparte la CMI Business School, una joven Escuela de Negocios especializada en Responsabilidad Social Corporativa:



sábado, 8 de septiembre de 2018

Las llamas del Museo (Nacional de Brasil) y usted y yo


Hoy en #MirarHaciaOtroLado en DEIA hablo, con motivo del incendio del Museo Nacional en Río de Janeiro, sobre cultura, patrimonio, sobre la responsabilidad de las instituciones públicas en su mantenimiento y promoción, pero sobre todo de algo que me interesa más: sobre la responsabilidad de cada uno de nosotros en ello. A ver si os gusta:





Las llamas del Museo y usted y yo





El Museo Nacional de Brasil, en Río de Janeiro, ha sufrido este domingo un devastador incendio. Probablemente ha visto usted las espectaculares imágenes del incendio y ha leído algún reportaje en que se describen los tesoros perdidos.


El Museo albergaba unos 20 millones de piezas de las que podría haberse perdido un 90%. Entre ellas nos encontramos con colecciones únicas de culturas indígenas, patrimonio material e inmaterial de culturas ya extintas, registros únicos y no copiados de lenguas y músicas desparecidas. Se han calcinado colecciones botánicas y zoológicas de especies perdidas y por lo tanto información de interés científico irrecuperable. Se han perdido los restos humanos más antiguos de América. Hemos perdido historia colonial y arte egipcio, griego y romano. Se trata de una enorme pérdida cultural para Brasil y para el mundo, puesto que los bienes quemados son por definición patrimonio de la humanidad: su riqueza artística, su valor cultural y los secretos que albergaban a la espera de los investigadores que los desentrañaran, nos pertenecían a todos.


Es paradójico, resulta casi ridículo, pero es real: usted y yo hemos perdido en Brasil esta semana parte de nuestra memoria, de nuestro patrimonio, de nuestra riqueza, aún cuando no supiéramos de su existencia.


Durante esta semana hemos sabido de los recortes en cultura, de las lamentables condiciones de mantenimiento y seguridad del Museo. Ha habido tiempo para culpar con justicia a los políticos, a los responsables del gobierno, por su desidia, por su criminal desinterés por la cultura en un país de enormes riquezas, que dilapida sus recursos en gastos superfluos y suntuarios y en una corrupción infinita que carcome la estructura del país. Bien, yo me sumo a la denuncia, pero sobre eso ya está todo dicho: quisiera ir un poco más lejos.


Culpar a los políticos es justo, pero es insuficiente. Los políticos ponen su atención donde la ponen sus electores. Un estudio revelaba que los brasileños que habían visitado este Museo eran la mitad que los que habían visitado el Louvre. Todos lamentarán profunda, sincera y justificadamente la pérdida, pero pocos disfrutaron del tesoro mientras se podía.


Nuestro interés real se mide en tiempo y en dinero. ¿Cuánto tiempo hemos dedicado usted y yo a los museos o exposiciones de nuestro país?, ¿cuánto tiempo he pasado en sus bibliotecas o salas de concierto o de teatro estos últimos meses?, ¿cuántas entradas de museo o de teatro o de conciertos he comprado?, ¿cuántos libros he comprado?, ¿cuántas visitas culturales he hecho este verano?, ¿a cuántas conferencias asistí el curso pasado?, ¿cuánto tiempo dedico a participar voluntariamente en las actividades culturales o patrimoniales de mi entorno?, ¿cuánto tiempo dedico a la programación cultural en relación al que dedico al fútbol o a los cotilleos? (pienso, por ejemplo, en la radio y televisión públicas, en tres programas ejemplares en ciencia, literatura e historia, respectivamente: La Mecánica del Caracol, Pompas de Papel y Una Historia de Vasconia)


En esta relación de nuestro tiempo y de nuestro dinero está la medida de nuestro interés en la cultura, la ciencia o el patrimonio, nuestro interés por su protección y difusión. Nada podemos hacer por el tesoro que hemos perdido en Río, pero podemos hacer mucho por el patrimonio que nos toca conservar y promocionar: no sólo ni principalmente mirando al gobierno, sino organizando nuestro tiempo y nuestro bolsillo.

lunes, 3 de septiembre de 2018

Trump, Omarosa, la actriz porno y la prensa

Hoy hablo en El Correo y en El Diario Vasco de "Trump, Omarosa, la actriz porno y la prensa":







TRUMP, OMAROSA, LA ACTRIZ PORNO Y LA PRENSA

La paradoja es que Trump, mintiendo, no engaña. Llegó a la Casa Blanca mintiendo y enmarañando medias verdades, y continúa haciéndolo como presidente. Le va tan bien que miente cada vez más: según el conteo del 'New York Times', en junio y julio ha empleado una media de 16 mentiras o medias verdades diarias, cuando al principio de su mandato la media era de cuatro.


Es Trump regular en la inconsistencia, constante en la falsedad, y muestra lealtad al personaje mentiroso, machista y racista que fue elegido. Por eso no son efectivas las denuncias de Omarosa Newman, su exasesora negra, sobre sus expresiones racistas o machistas: no porque no sean creíbles o dudemos de que el presidente guste de ellas, sino porque sabemos ya que es racista y machista y lo sabían quienes lo votaron. Cuando Trump contraataca llamándola «perra», desactiva por elevación el daño de la polémica. Es como quien apaga el fuego en un pozo petrolífero con una explosión que acaba con el oxígeno: el oxígeno de una democracia son las formas, el respeto institucional, las normas, la prensa libre, el respeto por la verdad y el interés público. El secreto de Omarosa no es si el presidente es machista o racista, sino por qué, sabiéndolo, lo legitimó, lo apoyó en campaña y se sumó a su equipo presidencial, siendo ella, según dice, tan sensible a estos aspectos.


Lo mismo cabe decirse de la reciente confesión ante el FBI del abogado personal de Trump reconociendo haber pagado en campaña el silencio de dos actrices porno que habían prestado sus muy especializados servicios al presidente. No podemos esperar una pérdida de confianza en sus bases, puesto que cuando lo votaron ya sabían cómo es. La esperanza está en que la Justicia pueda encontrar un delito electoral en esta forma de pagar y hacer callar.


Algunas de las televisiones norteamericanas dedican programación permanente sobre las polémicas del presidente: de tanto dar vueltas ya da igual que el presidente mienta 1, 10 o 1.000 veces. La batalla no está ya entre la verdad y la mentira, entre el rigor y la gratuidad, entre el hecho y la ocurrencia, entre el interés público y el personal, sino en quién conquistará y ocupará más mentes, no importa la forma. Y Trump en esto, con su inagotable grosería intelectual y moral, es efectivo. Haciendo enemigos aquí y allá, mintiendo, insultando y despreciando va por el camino, fiel a su personaje, consolidando su presidencia. El daño a la democracia norteamericana es alto, pero Trump parece tan poco preocupado por lo que deja detrás como el caballo de Atila.


El presidente ha acusado a los medios de ser «enemigos del pueblo estadounidense» y «los seres humanos más deshonestos de la tierra», de «distorsionar la democracia» y de propagar un «odio ciego». Por eso 300 periódicos del país han reaccionado publicando coordinadamente, el mismo día, un severo editorial sobre este asunto.


Y por eso, en una inusual presentación conjunta, los Relatores Especiales sobre libertad de expresión de las Naciones Unidas y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos han condenado los ataques de Trump contra la prensa libre y le han pedido que deje de minar el papel que desempeñan los periodistas: «Sus ataques tienen por objeto socavar la confianza en la labor periodística y sembrar dudas sobre hechos constatables». «Nos preocupa que estos ataques aumenten el riesgo de que los periodistas sean atacados con violencia». «No ha demostrado ni una sola vez que noticias concretas respondieran a motivaciones maliciosas», son dos frases de los expertos, que terminan instando «al presidente Trump a desistir de usar su posición con el fin de denigrar a los medios».


Un recurso cada vez más frecuente en Trump, fantástica ironía, es la denuncia de las noticias falsas, terreno en el que tan bien se maneja. El juego consiste en enfangar todo entre insultos, medias verdades o mentiras enteras hasta que enlodado el escenario nadie pueda ordenar argumentos y todo quede en una guerra de bandos, en una cuestión de adhesión personal y acrítica al líder o referente favorito, abandonando ya por completo los argumentos y las evidencias, que no tienen valor en el debate del trumpismo: sirve lo mismo un hecho que un rumor; lo que sucedió que lo que me imagino que pudo haber sucedido; lo que pasó que los motivos que quiera yo atribuir; un documento acreditado que uno falseado. El círculo se cierra cuando Trump acusa a las academias científicas del país y a los servicios públicos de su propio Gobierno de noticias falsas y desinformación: sus sensaciones personales sobre el cambio climático valen lo mismo que los informes de la NASA o del comité de expertos de la ONU; sus suposiciones en relación al sida, al ébola o a la vacunación infantil valen lo mismo que el criterio del servicio público de salud, la OMS o el consenso de la comunidad científica tras decenios de investigación y debate transparente. El ataque a la libertad de prensa es algo tan viejo como la propia prensa, pero esto que nos está pasando con la postverdad es una de las crisis del pensamiento crítico, de los valores de la ilustración, de los principios del humanismo, más serias de los últimos tiempos. No lo inventó Trump, pero en el lodazal se mueve como nadie: la falta de formación y rigor intelectual, la desvergüenza, el infantilismo, el egocentrismo, y la falta de principios ayuda mucho a vivir exitosamente en esa pocilga y, al parecer, disfrutarlo.


Crímenes internacionales: Facebook y la Premio Nobel




 
CRÍMENES INTERNACIONALES: FACEBOOK Y LA PREMIO NOBEL

Hace un año, en agosto de 2017, comenzó el éxodo de los roghinya. Conocimos entonces la historia y la tragedia de este pueblo: en torno a un millón de personas tuvieron que dejar sus tierras en Myanmar, lo recuerdan ustedes, salieron desplazadas y se vieron obligadas a buscar refugio en la vecina Bangladesh. La mayor parte de ellos sigue viviendo hoy, un año después, en campos de desplazados en condiciones infrahumanas.

Esta semana se ha hecho público el informe de la “Misión Internacional Independiente de Investigación de las Naciones Unidas sobre Myanmar” que ha estado investigando este asunto durante meses. Su conclusión es que se han cometido, de forma sistemática, graves violaciones de derechos humanos y otros abusos que "indudablemente equivalen a los crímenes más graves del derecho internacional".

Este informe de la ONU acredita violaciones colectivas de mujeres, agresiones a niños, desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias, tortura, formas de esclavitud sexual y la quema de aldeas enteras, medidas que obviamente nada tienen que ver con las supuestas necesidades de seguridad nacional que en su día se alegaron para justificar las operaciones militares.



El informe indica que hay pruebas más que sobradas para llevar los casos a la Corte Penal Internacional y, aunque Myanmar no haya ratificado ese instrumento, el Consejo de Seguridad puede y debe remitirlos. El informe cita algunos responsables con nombre y apellidos, y al mismo tiempo asegura tener pruebas contra otros que, por diferentes razones, prefiere mantener de momento en secreto pero cuyos expedientes entrega a la custodia de la Oficina del Alta Comisionada de los Derechos Humanos para cuando resulte posible reaccionar.
La Corte Penal Internacional, si el Consejo de Seguridad así lo decide, podrá investigar y juzgar a los responsables directos de los crímenes, militares en su mayoría. Pero ahora, para terminar este artículo, déjeme extender las responsabilidades en dos direcciones.
Por un lado, el informe critica severamente a la nobel de paz Aung San Suu Kyi: “la presidenta no utilizó su cargo ni su autoridad moral para frenar o prevenir los acontecimientos”, dice el informe, más bien al contrario, añado yo, si no los alentó sí que los silenció y colaboró al estado de cosas que permitió su continuidad, su aceptación social y su impunidad política y judicial.
Por otro lado el informe es igualmente muy duro con Facebook, esta red social ha sido un instrumento clave para extender el odio contra los rohingyas, por medio de arengas y noticias falsas, y para justificar la violencia contra ellos. Para muchos millones de personas, quizá para la mayoría de la población de Myanmar, Facebook es la fuente principal, e incluso única, de noticias que se dan por buenas independientemente de su veracidad o fuente. El poder de Facebook para recrear la realidad es enorme: en este caso ha sido decisivo para extender primero la mentira, luego el odio y finalmente el crimen. La respuesta de Facebook, dice el informe, ha sido tardía e insuficiente.
En el caso de Ruanda fue la radio el instrumento necesario para encender la llama del odio. En Nuremeberg se condenó a muerte a Julius Streicher por extender el odio y poner las semillas de genocidio a través del periódico nazi y antisemita Der Stürmer, del que era editor. Y fue colgado por ello. Hoy es Facebook el medio. El caso de las redes es distinto, lo reconozco, pero debe haber algún tipo de control y responsabilidad por parte de quienes las dirigen y con ellas se enriquecen. El fundador y dueño de Facebook, que es la quinta fortuna del mundo, tiene la obligación de hacer más, mucho más, para procurar que su plataforma no difunda odios, ni provoque guerras, ni difunda mentiras, ni sea causa de crímenes.