martes, 14 de octubre de 2014

Lecciones de reconciliación (o, si lo prefieren, de convivencia)

Ayer asistí al estreno del documental "Reconciliación" con motivo del arranque del festival Zinexit, V Muestra de Cine hacia la Convivencia, organizado por la Dirección de Víctimas y Derechos Humanos del Gobierno vasco. Me alegro mucho de no haberme perdido algo tan importante y bueno.

http://www.zinexit.net/presentacion-de-zinexit/
 
El documental presenta los diálogos entrelazados de parejas de víctimas que conversan entre sí sobre su experiencia, sus sentimientos, sus pensamientos y sus sueños. Son víctimas de ETA, los Comandos Autónomos Anticapitalistas, los GAL, la policía o grupos afines o parapoliciales.

Entre ellos hay algunos puntos comunes, más allá del obvio del dolor. Y es que las 10 víctimas que participan en el documental realizan un admirable recorrido para huir de la lógica del odio en que otros quisieron meterles de la forma más cruel y para rehacer sus vidas en claves de construcción de paz y convivencia. ¡Ojo!: renunciar al odio no significa renunciar a la justicia ni a la verdad, todo lo contrario: la justicia y la verdad son elementos necesarios, imprescindibles, para avanzar hacia la convivencia y la reconciliación. Pero a partir de ahí se busca también un mensaje útil para un futuro mejor para las víctimas y para todo nuestro país.


Podrás discrepar de este o aquel punto de lo que dice este o aquel protagonista, lo que se me hace difícil de pensar es que puedas salir de la sala sin emocionarte hasta lo más hondo, sin aprender mucho y sin admirar profundamente a estos 10 gigantes -muy a su pesar- de la paz.


ETB emitirá este documental el día 10 de noviembre, día que hemos escogido como Día de la Memoria. Por favor, no te lo pierdas.


Para terminar, un debate. El libro toma como soporte conceptual el ensayo de Juan María Uriarte titulado "La reconciliación".

Resulta por tanto reseñable que parte importante de las víctimas dicen no sentirse cómodos con este término. Varios de ellos dicen explícitamente preferir el término "convivencia". "Reconciliación" parece asociarse a una idea de dos partes enfrentadas en un conflicto que hay que re-conciliar y ellos, obviamente, rechazan esa idea: ellos nunca agredieron a nadie, ni aceptan -con toda razón- un totum revolutum en el que todos somos igualmente culpables, directa o indirectamente, de algo y todos tenemos que pedir perdón por algo. Otras víctimas (no las que salen en el documental, pero yo conozco algunas que me lo han dicho) temen que la reconciliación signifique olvido de la injusticia, del infinito mal causado injustamente, o una renuncia al esclarecimiento de responsabilidad o a un fin de la violencia sin una memoria clara de responsabilidades. Por fin la reconciliación puede parecer propia de un `buenismo´ sin criterio, de un vago deseo, ingenuo o estúpido, de darse abrazos por las calles y de desearnos felices navidades todos los días del año.

Sin embargo, yo he defendido por escrito e incluso en comparecencia ante la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco la idea de reconciliación. Sigo pensando que es un concepto bueno y útil, si bien creo también que lleva su tiempo y que puede ser más operativo comenzar con el de convivencia. Asumamos pues el de convivencia si nos resulta más útil. Pero finalmente me parece un debate más nominalista que semántico, puesto que los contenidos me resultan bastante coincidentes a los efectos que buscamos si entendemos correctamente uno y otro término.

El propio ensayo de Uriarte acepta esta reticencia ante la palabra "reconciliación" pero aún así afirma que "es preciso hablar ya ahora, con serena sensibilidad y con la máxima objetividad posible, de la reconciliación" (La reconciliación, Ed. Sal Terrae, 2013, Pág. 11). A ese diálogo, modestamente, me sumo yo aquí.

Invito a revisar el significador de la palabra en el diccionario de la Real Academia. Reconciliación nos hablar de varias cosas, pero también de "atraer y acordar los ánimos desunidos" y esto, sin renuncia de la justicia y la verdad (todo lo contrario: con irrenunciable base en ellas), es parte de lo que nos toca hacer para convivir en una sociedad imperfecta por humana, en una democracia siempre imperfecta, pero en la que no deben caber la violencia, ni la intolerancia, ni el odio, ni la exclusión del diferente. Para eso se inventaron, por cierto, los derechos humanos.

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