POPULISMO A LA ITALIANA
Les escribo desde Roma, ciudad milenaria que cada primavera renace joven y excesiva, como los matorrales de entre las ruinas de piedra. La semana que viene se podría anunciar un acuerdo de gobierno entre el movimiento 5 Estrellas y la Liga (Norte). Sería, se nos dice, una alianza contra natura: 5 Estrellas es un movimiento antisistema y populista, que nació de la crítica al sistema de partidos y la casta, que se declara ni de derechas ni de izquierdas, como superador de la democracia burguesa y convencional;mientras tanto la Liga, aliado tantas veces de Berlusconi, es la derecha antiliberal, populista, antieuropea y nacionalista, antiinmigración, tipo -me disculpan el simplismo- Le Pen en Francia, Nigel Farage en el Reino Unido, los partidos actualmente en el poder en Polonia y Hungría o, finalmente, Trump.
Pero tal vez la alianza no sea tan antinatura si uno lo piensa bien. Y es que no hay cosa que se parezca más a un populista de izquierdas… que un populista de derechas. Aunque unos y otros se alimenten de estéticas y retóricas opuestas, en el fondo nada hay más parecido: bien sean los populistas machistas de putas y dinero (Berlusconi o Trump), los populistas de fuerza, camisas negras, Juana de Arco o ceremonia ortodoxa (Putin, Le Pen u Orbán) o los populista de puño en alto, asalto a los cielos, discurso setentero y purismo que divide la sociedad entre nosotros y ellos, entre buenos y malos, culpables e inocentes, nuevos y viejos, base y elite, pueblo y políticos, gente y casta. Esta dicotomía, tan simple y tonta, nos hace sentir seguros. El populista se define en negativo, contra algo. Tiene soluciones simples, “que se entienden”, ante problemas complejos. El populista se deleita con la paja en ojo ajeno aunque a veces tiene dificultades con la viga de chalé en el propio.
Lo que se ha conocido del contenido del acuerdo entre 5 estrellas y la Liga es antieuropeísta, claro está. Quizá sea más fácil decirle a le gente que los males vienen de Bruselas y sus funcionarios, o de los políticos en general y sentirnos así puros y sin ninguna responsabilidad en los que nos pasa. Eso lo entendemos todos y nos tienta tener algo y alguien a quien echar las culpas de un mundo que no entendemos, que es diferente y que ha cambiado y que nos cuesta entender. Un mundo donde algunas claves de toda la vida, algunas expectativas con las que nacimos se han desvanecido. Un mundo globalizado donde cada vez menos hay empleados y empleadores clásicos, diferenciados, cada vez menos trabajo para toda la vida, cada vez menos norte y sur global, cada vez más vertiginosa incertidumbre. Casi preferimos aferrarnos a las injusticias clásicas, que nos dan tranquilidad de saber contra qué respirar, que mirar a la cara un mundo desconcertante, inquietante y exigente. En el populismo hay una condena a la modernidad, una vuelta imposible a lo viejo conocido, aunque fuera peor. Por eso son movimientos esencialmente conservadores, aunque en ocasiones se disfracen de la retórica y la estética tradicional de izquierdas.
No, mi la Alianza 5 estrellas con la Liga no me parece tan antinatura: hay una agenda antieuropea, antiglobalización, antiinmigración, antiprogreso y antiliberal común y es que, lleven sus disputados camiseta o corbata, se envuelvan en banderas color rojo, morado, azul o gris, lleven el puño en alto o la camisa parda, tienen más en común de lo que parece. Allí y aquí.
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