domingo, 6 de diciembre de 2015

Un maestro reacciona. Teherán 2015, Alemania 1947

Esta historia ha salido esta semana publicada en varios medios, pero merece ser conocida, así que la cuento yo aquí de nuevo, a mi manera y reminiéndome a diversas fuentes.

La Orquesta Sinfónica de Teherán fue fundada en los años 30 y durante aquella muchos años tocaron allí grandes artistas, muchos de ellos judíos, como Yehudi Menuhin o Isaac Stern.

Menuhin tocando con la Sinfónica de Teherán en 1967
Tras la revolución de Jomeini, los religiosos al frente del país consideraron la música como peligrosa, como una tentación impura que se interpone entre la limpia alma del creyente y Dios. Por eso la orquesta fue poco a poco siendo abandonada, dando conciertos muy de vez en cuando. Languideció sin morir durante los años de la guerra contra Iraq y ya muy recientemente, en tiempos de Mahmoud Ahmadinejad, perdió las fuerzas y desapareció.

Pero en el nuevo clima político que vive Irán, el ministro de Cultura ha decidido recuperar la orquesta y a ese fin ha contratado a Ali (Alexander) Rahbari para dirigirla. El maestro Rahbari es un director iraní, nacido en Teherán, con gran experiencia, fue asisitente de Karajan durante un tiempo y ha estado al frente de algunas de las mejores orquestas del mundo, como la Filarmónica de Berlín o la de Londres. Ha sido director principal de la Filarmónica de Bruselas entre 1988 y 1996 y luego ha sido director de la de Zagreb.

Comento su curriculum como prueba de que su contratación muestra una apuesta por hacer algo serio tanto por parte del gobierno iraní, como de la parte del artista.

Concierto inaugural de la Orquesta Sinfónica de Teherán, bajo la dirección de Ali Rahbari, marzo 2015
En marzo de este año la orquesta y su coro se estrenaron, ni más ni menos, con la novena de Beethoven: si la apuesta iba en serio el programa estaba a la altura. Rahbari subrayó entonces ante los medios la gran acogida por parte del publicó iraní y las ganas que veía en sus ojos, algunos de ellos con lágrimas de emoción, por recuperar su orquesta.

Sin embargo los cambios nunca son fáciles.

Hace unos días la orquesta fue invitada a tocar el himbo nacional con motivo de un evento deportivo. Pero según la orquesta se disponía a subir al escenario fue bloqueada por un grupo de radicales. La fuerza se impone y las autoridades locales toman partido: no permitirán que las mujeres toquen en público, subirán solo los hombres.

El maestro Rahbari debe reaccionar. Son esos momentos de tensión en que una persona debe reaccionar rápidamente y su decision marcará un camino.

El maestro Rahbari les contestó: "tocaremos todos juntos o todos juntos abandonaremos la sala". Los alborotadores insistieron en que podrían tocar si las mujeres se quedabana fuera. Rahbari contestó que no tocarían: "las mujeres han venido a tocar el himno nacional, ¿porqué razón no podrían hacerlo?"

Orquesta Sinfónica de Teherán

El concierto se suspendió . Posteriormente Rahbari dijo a la prensa local: "he dicho muchas veces que yo he nacido en este país y sé muy bien dónde están las líneas rojas. Mientras yo sea director de esta orquesta no admitiré este tipo de tratamiento".

Este incidente no el el primero ni el más grave de su clase en el país. Las mujeres tienen en Irán muy limitados sus derechos artísticos. Tienen prohibido en muchos casos ser solistas o a cantar o interpretar en público. Es una clarísima vulneración de los derechos culturales protegidos por el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales del que Irán sin embargo es parte.

Si traigo este historia aquí es para que no nos olvidemos de estas bravas mujeres artistas y también para recordar que la reacción de una sola persona puede marcar a veces una diferencia. Felicito al maestro Rahbari y le deseo mucho éxitos al frente de esta renacida -¡y por supuesto mixta!- orquesta.

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Esta historia me trae a la memoria otra de hace 70 años.

En la Alemania nazi, cuando hubo que ir deshaciéndose de los judíos en las orquestas, casi nadie se rebeló activamente poniendo en riesgo su puesto cuando aún era posible hacerlo; unos pocos se resistieron más o menos pasivamente; la mayor parte se puso de perfil, puesto que la historia no iba con ellos que bastante tenían con llevar el salario a casa en unos tiempos difíciles; y no fueron pocos los que, indiferentes ante la política, aprovecharon sin embargo entusiastas la ocasión para hacerse con los puestos vacantes.

Poco después, tan pronto como en 1947, uno de los músicos judíos más importantes, el citado Menuhin, dió un concierto con Wilhelm Furtwängler, el director de la Filmarmónica de Berlín durante aquellos tiempos de horror, el gigante maestro que tocaba ante Hitler hasta el final. Las críticas de la comunidad judía fueron duras, ya que Furtwängler había tenido una actuación que podríamos calificar de tibia, no fue de los peores, no fue un monstruo y tuvo sin duda muestras de humanidad, pero tampoco fue ningún héroe. Menuhin defendió aquel concierto como un paso hacia la reconciliación.

Wilhelm Furtwängler y Yehudi Menuhin en  Alemania en 1947

Portada del disco que recoge aquel legendario concierto

La historia de la música nos puede enseñar muchas cosas.

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