He dedicado mucho tiempo y esfuerzos durante los últimos años a estudiar la figura y la obra de Fortún García de Ercilla, jurista nacido en Bermeo hacia los años 1485-1494 y muerto en Dueñas, en 1534.
Esta investigación me ha llevado de Bolonia a Madrid, y de Roma a Simancas o a Pamplona, Salamanca, Valladolid, Valvanera o Dueñas. En algunos casos para visitar los lugares donde los hechos sucedieron, en otros para revisar documentación ya conocida, en algunas ocasiones he tenido la suerte de localizar documentos hasta el momento inéditos y hasta desconocidos sobre su vida o su obra.
Esta semana he disfrutado de una experiencia investigadora muy emocionante: tras una búsqueda de dos años, pandemia por medio, he localizado la copia del manuscrito más antiguo existente -o conocido- del Tratado sobre la guerra y el duelo o Sobre el desafío del Rey de Francia y el Emperador.
La versión que se conoce hasta la fecha fue la editada por Carolina Nonell en 1963 (Publicaciones de la Junta de Cultura de Vizcaya) sobre la base de los manuscritos Mss/943 y Mss/1889 de la Biblioteca Nacional, que tuve la oportunidad de consultar en su día, y que datan de finales del XVII y principios del XVIII, según datación de la propia BN basándose en el papel y en la letra. Yo mismo pedí a la BN la revisión de esa datación, no porque dudara de ella, que me parece muy plausible, sino para asegurar los términos de nuestra investigación con la opinión de los mejores técnicos y profesionales de la casa.
Con mucha emoción tengo que decir que hace un par de años localicé en un catálogo del siglo XIX una obra que podría ser otro manuscrito de la misma obra de Fortún y que fue parte del legado que Francis Egerton donó al museo a principios del XIX. Del Bristish Museum pasó el manuscrito -y pasó mi búsqueda- a la British Library donde en plena pandemia y con el país confinado tuvimos que esperar un tiempo para localizar y acceder al manuscrito. El fantástico equipo de la BL, todo eficiencia y amabilidad, me dio todas las facilidades y me facilitó una versión digitalizada preparada al efecto que he estado trabajando durante un año, incluyendo consultas a expertos especializados en grafía y letra de la época.
Por fin esta semana me he regalado el lujo de visitar el manuscrito y trabajarlo directamente. Todo lo que diga sobre las facilidades y la amabilidad del personal de la BL se quedará corto.
El manuscrito de Londres (o, si se prefiere, manuscrito Egerton) tiene importantes diferencias con respecto a los ya conocidos de la Biblioteca Nacional. Por supuesto en ortografía (en los 150 o 200 años que hay entre un manuscrito y los otros dos, la lengua escrita cambió mucho), pero también en contenido: el manuscrito Egerton incluye algunas palabras y frases (incluso en ocasiones varias frases) que no se incorporaron a los manuscritos ya conocidos de la Biblioteca Nacional, quizá por despistes propios de todo proceso de copia o quizá en alguna ocasión (menos probable, pero no imposible) de manera intencionada.
Este texto se adelanta 10 años a las lecciones de Vitoria en Salamanca, medio siglo a las reflexiones que sobre el mismo tema posteriormente hicieran Covarrubias o Suárez (ambos citan a nuestro Fortún) y casi un siglo entero a la obra que muchos consideran el acta de nacimiento de la materia, On the Law of War and Peace, de Hugo Grocio (que también conoció la obra de Fortún, al que cita en alguna ocasión). El estudio de esta obra de Fortún por tanto es clave para comprender el entorno intelectual o político en que este derecho de la guerra evolucionó y las fuentes y corrientes de las que los citados autores bebieron.
Este manuscrito merece una buena edición crítica. Con mucho gusto puedo confirmar que la Fundación Iura Vasconiae, presidida por el profesor Gregorio Monreal, ha asumido la responsabilidad de llevar a buen puerto esta tarea que nos llevará un tiempo y que, con enorme honor, dirigiré.
Mayor información sobre esta obra y este manuscrito se aportará en la tesis doctoral que sobre la vida y la obra de Fortún estoy preparando bajo la dirección de José Ángel Achón, de la Universidad de Deusto y que confío en terminar este mismo año y defender quizá antes de primavera.
Finalmente debo un agradecimiento muy especial a Asier Romero, de la Universidad del País Vasco, experto en documentos de la primera mitad del siglo XVI, que me ha acompañado desde el primer momento en este proceso con la discreción debida en estos asuntos y una generosidad sin límites, apoyándome -y dándome seguridad- con su enorme conocimiento técnico sobre la materia.
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