Hoy escribo en DEIA, Noticias de Gipuzkoa y el resto de medios del Grupo de Noticias, sobre el reciente informe presentado por el IPCC.
Quizá el final me ha quedado muy duro. En mi descargo diré que en ese último párrafo me dirijo también a mí mismo y que al releerlo hoy soy el primero en darme dolorosamente por aludido.
Ustedes han oído ya hablar del IPCC (ganó el Premio Nobel en el 2007), es el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático: un organismo de la ONU que tiene como tarea la evaluación, con base en el mejor conocimiento científico disponible, de la información más reciente sobre el cambio climático y suministrarla, digerible para los profanos, a los gobiernos y a toda la comunidad internacional. Nadie podrá decir que no se sabía, que no había información, que nadie nos advirtió.
En tiempos de fake news, de postverdades y verdades alternativas, en tiempos donde los prejuicios e ideas preconcebidas de cada cual parecen valer lo mismo que el conocimiento científico, esta organización, que facilita el estado del mejor conocimiento actual sobre un problema tan complejo e importante, se hace imprescindible.
Esta semana ha presentado un informe en que 91 expertos de 40 nacionalidades analizan la producción científica para acercarnos, organizada y simplificada, esta información. Ya pasaron los tiempos en que alguno podría alegremente negar el cambio climático o el papel de la humanidad en él basándose en lo que le decía su primo o su comentarista de radio preferido.
Ya no estamos siquiera en los tiempos en que se anunciaban males futuros: las consecuencias del cambio climático están aquí. Tal vez usted y yo nos podamos dar el lujo de ignorarlo, pero para cientos de millones de personas estos efectos son ya una realidad. El informe nos dice “que ya estamos viviendo las consecuencias de un calentamiento global de 1°C, con condiciones meteorológicas más extremas, crecientes niveles del mar y un menguante hielo marino en el Ártico, entre otros cambios”.
Para limitar el calentamiento global a 1,5°C -lo cual es ya una barbaridad- se necesitarían cambios de gran alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad. En el informe se destaca una serie de impactos catastróficos y permanentes que podrían evitarse limitando el calentamiento global a 1,5°C en lugar de 2°C, o más.
Este aumento de temperaturas está ya provocando gravísimos daños humanos. Tras unos años de reducción de importante reducción del hambre, este 2018 es el tercer año en que damos media vuelta hacía atrás y volvemos a perder batallas: ha aumentado el hambre. Y una de las razones principales es el impacto del cambio climático en cosechas, especialmente por sequías e inundaciones.
Los mayores efectos del Cambio Climático sobre la vida de la gente (hambre, desastres y desplazamientos) se da en la zonas pobres (que son además las que menos han contribuido a este cambio). El cambio climático está matando gente, decenas de miles de personas al año, ya, hoy. En algunos países del Norte (USA, Canadá, países nórdicos o Rusia) la producción alimentaria incluso podría aumentar mientras su precio internacional sube: el destino es cruel y ataca a los más vulnerables.
Está muy bien que insultemos a Trump (yo me apunto) por sacar a su país del Acuerdo de París pero mientras tanto: ¿vas a hacer algo tú para paliar ese desastre y esa enorme injusticia en la medida -limitada pero real- de tus posibilidades?, ¿vas a cambiar algo en tu carro de la compra semanal, en el lugar y la forma en que haces las compras, en tus consumos, en tu solidaridad, en tu casa, en tus vacaciones, en tu responsabilidad, en la forma de moverte, en tu basura? Piénsalo bien porque, en caso contrario, insultar a Trump, lo siento, es pura hipocresía, farisaica pose.
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