Se supone que si uno defiende el medioambiente y el desarrollo sostenible debe estar en contra, de modo absoluto e incondicional, de estas tecnologías. Yo, aún a riesgo de ir contracorriente, no lo tengo tan claro.
Si soy sincero debo decir que, con todo respeto a la inciativa popular, me parece que en el debate político y parlamentario ha habido más eslóganes, prejuicios y lugares comunes de tercera mano que argumentos serios y conocimiento técnico del asunto. Se ha legislado, me temo, más mirando a la galería que realmente a la protección del medioambiente y al desarrollo humano sostenible de nuestro país.
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Coincide que el mismo día que esta Ley se aprobaba en el Parlamento Vasco, las Naciones Unidas han publicado un importante documento: el Informe Mundial sobre Desarrollo Sostenible (IMDS), que "es una publicación de las Naciones Unidas que busca fortalecer la conexión entre la ciencia y las políticas".
Global Sustainable Development Report, 2015 edition |
Por ese motivo este informe resalta algunos de los más importantes hallazgos científicos publicados ya en revistas científicas durante los últimos cuatro años (pág. 142 y ss.) y que a juicio de la ONU deberían basar nuestras políticas de desarrollo sostenible.
En la página 145 se señala que "las emisiones de dióxido de carbono por parte del sector de la energía permaneció fijo durante el 2014 a pesar de que la economía mundial creció un 3%. Es la primera vez en 40 años que las emisiones globales del CO2 no han aumentado cuando no hay contracción económica".
¿Cuáles son las razones de este logro, según el conocimiento científico recogido por este informe de la ONU? El informe contesta: "los esfuerzos globales para la reducción de emisiones, las mejoras en eficiencia energética, la expansión del fracking en Norteamérica y la expansión de la energía renovable en China han tenido un impacto considerable."
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Hace un par de semanas se publicó otro informe que me parece también relevante. Es un estudio del mayor experto mundial en competitividad (y, por cierto, buen conocedor de Euskadi), Michael Porter, publicado por la Universidad de Harvad.
Michael Porter dice que estas tecnologías ha significado un gran impulso a la economía norteamericana. Han supuesto 2,7 millones de puestos de trabajo, la mayor parte de ellos de alta calidad y salarios altos. Han supuesto un ahorro de unos 800 $ por hogar norteamericano. El impacto de estas tecnologías en el PIB ha sido comparable al del PIB de estados tan importantes como Ohio, es decir, es como si los EEUU hubieran añadido de pronto a su economía el PIB de uno de los 10 estados más potentes del país.
Las previsiones de este informe para el 2030 son:
- la creación de 3,8 milliones de puestos de trabajo, con salarios que doblan la media del país;
- ahorros de 1.000 € por hogar norteamericano;
- aumentar casi 600.000 millones $ al PIB con 160.000 millones $ en ingresos públicos por impuestos.
Los problemas medioambientales de estas tecnologías no se niegan en estos informes, lo que se afirma es que no son mayores, sino en muchos casos menores, que los de las fuentes energéticas que actualmente se emplean y a las que vienen a sustituir, de modo que su impacto global real, su balance por decirlo así, puede no solo no ser negativo medioambientalmente, sino incluso resultar positivo si las cosas se hace bien. El informe de Porter insiste en que las mejoras medioambientales de estas técnicas han sido muy importantes en los últimos años y cualquier debate debe tenerlo en cuenta.
Michael Porter se muestra contrario a prohibiciones genéricas y recomienda una alianza entre las empresas que desarrollan estas teconologías, el conocimiento científico, los poderes públicos y los grupos medioambientalistas para seguir mejorando los estándares medioambientales de estas tecnologías.
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Yo no estoy, por principio, ni en contra ni a favor del fracking. Yo estoy a favor del uso de las mejores tecnologías con el mayor respeto medioambiental, las más estrictas garantías y el menor impacto, a corto y a largo, sobre los ecosistemas y los paisajes, en comparación con las tecnologías alternativas realmente existentes. Si un determinado proyecto, basado o no en el fracking, cumple con estos requisitos tendrá mi visto bueno, si no los supera, no.
Lo más altos estándares medioambientales son exigibles a todos los proyectos basados en cualquier tecnología. No veo la necesidad de hacer distingos o añadir requisitos adicionales por el tipo de tecnología en que se basen, dando al parecer por supuesto que un proyecto concreto que emplee el fracking va a ser siempre peor que otro modelo alternativo que vayamos a emplear o estemos ya empleando.
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