Resultó además ser la Directora de la revista de la sección española de esta organización. La revista se llama ELSA Spain Law Review (merece la pena entrar en su excelente página web). Araceli me pidió escribir un prólogo para la tercera edición, correspondiente al bienio 2017/2018, de la revista. Acepté con mucho gusto.
El caso es que la invitación fue una oportunidad y una responsabilidad: ¿Qué podría yo decirles a los estudiantes de derecho que leyeran esta revista que fuera útil, que tuviera sentido, que fuera inspirador, optimista, que pudiera ayudar, guiar, animar, empoderar?
El resultado es el que tienes aquí abajo. Todo lo que puedo decir es que está escrito con el corazón y que todo lo que digo lo siento y creo profundamente. Creo que puede servir también a estudiantes de otras especialidades: ellos lo tendrán que decir.
(El título, sí, tiene regusto a Rilke, lo reconozco: disculpen ustedes la ambición, pero uno tiene sus referentes y sus deudas.)
P.D.: Gracias, Araceli Casamayor de Blas, por la oportunidad.
CARTA A UN/A
JOVEN ESTUDIANTE DE DERECHO
Yo estudié Derecho
en la Universidad de Deusto, en Bilbao. Esta es una universidad que
tiene hoy en la internacionalización una de sus señas de identidad:
basta con darse un paseo por sus claustros o su campus, para ver
estudiantes provenientes de todos los rincones del mundo y escuchar,
además de español y euskera, mucho inglés y también francés,
alemán, holandés, chino o muchas otras lenguas. Pero cuando yo
estudié aquí las cosas eran distintas. Se viajaba menos. Los
intercambios universitarios eran menos frecuentes. Recuerdo que mi
primera salida al extranjero fue al Curso de Verano (el mes de julio)
del Instituto de Derechos Humanos René Cassin, en Estrasburgo.
Tendría yo 23 años, calculo.
Estrasburgo fue para
mí un gran descubrimiento. Aprendí mucho de Derecho Internacional
de los Derechos Humanos y conocí a grandes profesores (con algunos
de los cuales tuve luego relación profesional) y a estudiantes de
diferentes países (con algunos de ellos aún hoy mantengo relación
e incluso amistad). Así que me hizo muy especial ilusión cuando
hace unos años me llamaron del Instituto para proponerme dar clases
en este curso. Era como un círculo que se cerraba. No sólo quería
transmitir unos conocimientos más o menos completos o rigurosos
sobre la materia, quería sobre todo transmitir algo más importante:
una ilusión, una ambición, unos valores, unas ganas que yo asociaba
a mi primera experiencia en esta ciudad. Desde entonces no fallo en
Julio a la cita de Estrasburgo. Ojalá un día nos veamos allí y me
puedas decir que has leído estas notas.
Luego vendrían
Lovaina, México, Centroamérica, Colombia, Londres, Ginebra,
Washington… lugares en los que he vivido, trabajado o estudiado por
períodos más o menos largos. He trabajado en ONGs, en centros de
estudios, en universidades y como Experto Independiente del sistema
de órganos de Derechos Humanos de la ONU. Y me gustaría en el
futuro hacer cosas nuevas, distintas, no quedarme plantado en un
perfil profesional o especialidad, por muy interesante que pueda
resultar.
¿Qué podría decir
yo a un estudiante de Derecho que le pueda resultar útil para
enfocar su carrera y su futuro? Primero, diré que debo ser muy
cuidadoso con los consejos: cada vida es un mundo, lo que sirve para
una persona no sirve para la otra; lo que puede resultar una buena
pista para fulanita, será desastroso para menganito. Dicho lo cual,
con toda prudencia, me atrevo a compartir un par de ideas. Toma lo
que te sirva y olvida el resto.
El mundo profesional
en el que te vas a mover ha perdido las certidumbres y seguridades de
antaño. El modelo de trabajo seguro para toda la vida será cada
vez más infrecuente. Cada vez más tendrás que cambiar muchas veces
de trabajo, hacer cosas distintas, atreverte, arriesgar, apostar,
cambiar, equivocarte, corregir, volverte a equivocar, tener éxitos y
algún fracaso también, reinventarte una y mil veces, inventar tu
trabajo, tener condiciones laborales inseguras y cambiantes. Esto
te lo presentan muy a menudo como algo negativo (inseguridad), pero
creo que también tiene sus aspectos positivos. Y es que el mundo
está abierto, con los brazos abiertos, esperando a quienes tienen
algo bueno y distinto que aportar. El entorno laboral será cada vez
más difícil para quien no pueda aportar nada diferencial, nada
propio, pero cada vez más propicio para quien lo pueda hacer.
El conocimiento
técnico, los títulos y los idiomas eran antes un pasaporte al mundo
laboral. Hoy son sólo el requisito mínimo, necesario, pero no
suficiente. A partir de ahí, lo que cuenta es la creatividad, la
originalidad, lo que te haga diferente, único, reconocible. Si
tienes algo propio que aportar tendrás un lugar. Para eso debes
preguntarte quién eres, qué puedes dar, qué puedes crear, que te
hace feliz, qué te llena, y dedicarte a ello con pasión, buscar
caminos, conocer gente, estar atento a los trenes que pasan y si no
pasan, buscar otras estaciones… o crear un modelo nuevo de
transporte, si es necesario.
El mundo es hoy más
competitivo que nunca, sí, es cierto, pero al mismo tiempo da más y
mejores oportunidades a cada vez más personas. Tú decides si ver el
vaso medio lleno (más oportunidades) o medio vacío (más
competencia y más incertidumbre). Jamás ha habido tantas
oportunidades de aprender de lo que quieras, de colaborar con otros,
en cualquier lugar del mundo, que tengan tus inquietudes y tus
sueños.
El próximo curso
que hagas estudia mucho y trabaja para sacar bien los estudios, sí,
pero tanto o más importante: vive la universidad, lee cosas que te
apasionen aunque no vengan el programa, aprende cosas nuevas, conoce
gente interesante, mira, pregunta, duda, confía, ríe, acude a
conferencias, ofrécete de voluntario donde puedas aprender,
interésate lo que pasa en el mundo, lee periódicos buenos todos los
días, sigue en redes a articulistas y pensadores de calidad, lee
ensayo, novelas, poesía, ve a museos, júntate a gente que te haga
crecer y aprender. Fíate de quien te haga dudar, quien te haga
responsable de tu futuro, quien te trate como adulto inteligente, no
de quien culpe a otros de lo que te pasa o quien te proponga
soluciones fáciles a problemas complejos (populismos). Sé amable
con los demás y con tu entorno, y sonríe. Así crearás ese perfil
profesional que es tuyo y te dará éxito, sí, pero algo mucho más
importante que el éxito: te aportará la satisfacción profunda de
contribuir, de aportar algo bueno al mundo, de hacer nuestro entorno
un poquito mejor con tu trabajo y tu vida. Disfruta y crece. Que la
vida, parafraseando al cantante, es eso que te pasa mientras te
prepararas para la vida.
Mikel Mancisidor es
profesor de Derecho Internacional de los Derechos Humanos en el
Washington College of Law de la American University (Washington D.C.)
y miembro del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
de la ONU.
Muy inspirador
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