lunes, 23 de julio de 2018

Carta a joven estudiante de Derecho - ELSA

Hace unos meses impartí en Ginebra un taller sobre Naciones Unidas y Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Una de las participantes, Araceli Casamayor de Blas, resultó ser miembro de la European Law Students’ Association, ELSA, que es la mayor asociación de estudiantes de Derecho del mundo, con grupos en 44 países y, por ejemplo, 22 grupos locales en España.




 http://elsa-spain.org/ 


Resultó además ser la Directora de la revista de la sección española de esta organización. La revista se llama ELSA Spain Law Review (merece la pena entrar en su excelente página web). Araceli me pidió escribir un prólogo para la tercera edición, correspondiente al bienio 2017/2018, de la revista. Acepté con mucho gusto.


El caso es que la invitación fue una oportunidad y una responsabilidad: ¿Qué podría yo decirles a los estudiantes de derecho que leyeran esta revista que fuera útil, que tuviera sentido, que fuera inspirador, optimista, que pudiera ayudar, guiar, animar, empoderar?


El resultado es el que tienes aquí abajo. Todo lo que puedo decir es que está escrito con el corazón y que todo lo que digo lo siento y creo profundamente. Creo que puede servir también a estudiantes de otras especialidades: ellos lo tendrán que decir.


 https://ishareslide.net/document/elsa-spain-law-review-3rd-edition 




(El título, sí, tiene regusto a Rilke, lo reconozco: disculpen ustedes la ambición, pero uno tiene sus referentes y sus deudas.)


P.D.: Gracias, Araceli Casamayor de Blas, por la oportunidad.




CARTA A UN/A JOVEN ESTUDIANTE DE DERECHO



Me da mucha alegría poder compartir estos párrafos con los lectores de ELSA. Entiendo que quienes leen esta publicación son en su mayoría estudiantes de Derecho interesados por el mundo y las relaciones internacionales. Ahí me veo yo hace quizá 25 años, iniciando mi carrera profesional.


Yo estudié Derecho en la Universidad de Deusto, en Bilbao. Esta es una universidad que tiene hoy en la internacionalización una de sus señas de identidad: basta con darse un paseo por sus claustros o su campus, para ver estudiantes provenientes de todos los rincones del mundo y escuchar, además de español y euskera, mucho inglés y también francés, alemán, holandés, chino o muchas otras lenguas. Pero cuando yo estudié aquí las cosas eran distintas. Se viajaba menos. Los intercambios universitarios eran menos frecuentes. Recuerdo que mi primera salida al extranjero fue al Curso de Verano (el mes de julio) del Instituto de Derechos Humanos René Cassin, en Estrasburgo. Tendría yo 23 años, calculo.


Estrasburgo fue para mí un gran descubrimiento. Aprendí mucho de Derecho Internacional de los Derechos Humanos y conocí a grandes profesores (con algunos de los cuales tuve luego relación profesional) y a estudiantes de diferentes países (con algunos de ellos aún hoy mantengo relación e incluso amistad). Así que me hizo muy especial ilusión cuando hace unos años me llamaron del Instituto para proponerme dar clases en este curso. Era como un círculo que se cerraba. No sólo quería transmitir unos conocimientos más o menos completos o rigurosos sobre la materia, quería sobre todo transmitir algo más importante: una ilusión, una ambición, unos valores, unas ganas que yo asociaba a mi primera experiencia en esta ciudad. Desde entonces no fallo en Julio a la cita de Estrasburgo. Ojalá un día nos veamos allí y me puedas decir que has leído estas notas.


Luego vendrían Lovaina, México, Centroamérica, Colombia, Londres, Ginebra, Washington… lugares en los que he vivido, trabajado o estudiado por períodos más o menos largos. He trabajado en ONGs, en centros de estudios, en universidades y como Experto Independiente del sistema de órganos de Derechos Humanos de la ONU. Y me gustaría en el futuro hacer cosas nuevas, distintas, no quedarme plantado en un perfil profesional o especialidad, por muy interesante que pueda resultar.


¿Qué podría decir yo a un estudiante de Derecho que le pueda resultar útil para enfocar su carrera y su futuro? Primero, diré que debo ser muy cuidadoso con los consejos: cada vida es un mundo, lo que sirve para una persona no sirve para la otra; lo que puede resultar una buena pista para fulanita, será desastroso para menganito. Dicho lo cual, con toda prudencia, me atrevo a compartir un par de ideas. Toma lo que te sirva y olvida el resto.


El mundo profesional en el que te vas a mover ha perdido las certidumbres y seguridades de antaño. El modelo de trabajo seguro para toda la vida será cada vez más infrecuente. Cada vez más tendrás que cambiar muchas veces de trabajo, hacer cosas distintas, atreverte, arriesgar, apostar, cambiar, equivocarte, corregir, volverte a equivocar, tener éxitos y algún fracaso también, reinventarte una y mil veces, inventar tu trabajo, tener condiciones laborales inseguras y cambiantes. Esto te lo presentan muy a menudo como algo negativo (inseguridad), pero creo que también tiene sus aspectos positivos. Y es que el mundo está abierto, con los brazos abiertos, esperando a quienes tienen algo bueno y distinto que aportar. El entorno laboral será cada vez más difícil para quien no pueda aportar nada diferencial, nada propio, pero cada vez más propicio para quien lo pueda hacer.


El conocimiento técnico, los títulos y los idiomas eran antes un pasaporte al mundo laboral. Hoy son sólo el requisito mínimo, necesario, pero no suficiente. A partir de ahí, lo que cuenta es la creatividad, la originalidad, lo que te haga diferente, único, reconocible. Si tienes algo propio que aportar tendrás un lugar. Para eso debes preguntarte quién eres, qué puedes dar, qué puedes crear, que te hace feliz, qué te llena, y dedicarte a ello con pasión, buscar caminos, conocer gente, estar atento a los trenes que pasan y si no pasan, buscar otras estaciones… o crear un modelo nuevo de transporte, si es necesario.


El mundo es hoy más competitivo que nunca, sí, es cierto, pero al mismo tiempo da más y mejores oportunidades a cada vez más personas. Tú decides si ver el vaso medio lleno (más oportunidades) o medio vacío (más competencia y más incertidumbre). Jamás ha habido tantas oportunidades de aprender de lo que quieras, de colaborar con otros, en cualquier lugar del mundo, que tengan tus inquietudes y tus sueños.


El próximo curso que hagas estudia mucho y trabaja para sacar bien los estudios, sí, pero tanto o más importante: vive la universidad, lee cosas que te apasionen aunque no vengan el programa, aprende cosas nuevas, conoce gente interesante, mira, pregunta, duda, confía, ríe, acude a conferencias, ofrécete de voluntario donde puedas aprender, interésate lo que pasa en el mundo, lee periódicos buenos todos los días, sigue en redes a articulistas y pensadores de calidad, lee ensayo, novelas, poesía, ve a museos, júntate a gente que te haga crecer y aprender. Fíate de quien te haga dudar, quien te haga responsable de tu futuro, quien te trate como adulto inteligente, no de quien culpe a otros de lo que te pasa o quien te proponga soluciones fáciles a problemas complejos (populismos). Sé amable con los demás y con tu entorno, y sonríe. Así crearás ese perfil profesional que es tuyo y te dará éxito, sí, pero algo mucho más importante que el éxito: te aportará la satisfacción profunda de contribuir, de aportar algo bueno al mundo, de hacer nuestro entorno un poquito mejor con tu trabajo y tu vida. Disfruta y crece. Que la vida, parafraseando al cantante, es eso que te pasa mientras te prepararas para la vida.





Mikel Mancisidor es profesor de Derecho Internacional de los Derechos Humanos en el Washington College of Law de la American University (Washington D.C.) y miembro del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU.

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