Tras meses de haber oído a tantos expertos en Grecia pasando por las
tertulias (pienso sobre todo en el griterio de ciertas tertulias televisivas españolas), es un placer escuchar a alguien que realmente sabe de lo
que habla. Me reconforta su tono constructivo y dialogante. Defiende su posición, obviamente, pero no echa las culpas a
nadie, no echa balones fuera, no busca malos en Bruselas ni en Berlín ni en
Washington. No nos cuenta un cuento de buenos y malos.
Defiende con pasión la posición de su gobierno, como tiene que ser. Pero acepta los errores de su gobierno y las responsabilidades de su país.
No habla en blanco y negro. Por ejemplo, “tuvimos que hacer reformas en parte
por la presión del acuerdo, pero también porque nuestro sistema de pensiones y
seguridad social necesitaba una profunda reforma. Un sistema completamente nuevo
que sea igual para todos, sin privilegios, con equidad entre los sectores público
y privado…”.
Sentido común, profundo conocimiento de lo que habla y ganas de hacer las cosas bien, con responsabilidad.
Nada que ver, como se ve, con la actitud y el tono de tantas horas de tertulias que
hemos tenido en España sobre Grecia.
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