Recuerdo con mucho cariño los encuentros de Socios de Honor de UNESCO Etxea que se organizaban bienalmente en torno a este día, pero en esta ocasión lo conmemoro en el Palais des Nations de Ginebra en tres pasos.
Primero, a la hora de comer, me sumo, en la sala noble de la Biblioteca del Palais des Nations, a una Mesa Redonda sobre el papel de las mujeres en la Paz del futuro.
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Por la tarde iniciamos en el Comité DESC el diálogo con Burundi. Mucho tiene que ver esto con la Paz. Burundi sale de un conflicto que ha durado 15 años (1993-2005). Este mismo año se ha inciado una disputa constitucional (sobre si el Presidente puede aspirar o no a un tercer mandato) que ha generado violencia y por la que se han desplazado fuera del país más de 180.000 personas, muchas de ellas a la vecina Ruanda.
Burundi está situada en el puesto 180 en el Índice de Desarrollo Humano (sobre un total de 187). Son 10 millones de personas sobre un territorio pequeño, lo que la hace tener la segunda densidad de población más alta del continente. Un 90% de la población se dedica a la agricultura de subsistencia, pero la tierra cultivable es escasa. Las cifras de hambre y desnutrición son horrorosas, con un 60% de malnutrición. De hecho el país encabeza el Global Hunger Index. La esperanza de vida está cifrada en 54 años, es decir, que la pobreza, la ignorancia y la injusticia les roba de media 30 años de vida con respecto a quienes tenemos la suerte de vivir en un país como el mío.
Como se ve, el trabajo que podamos hacer en este diálogo por ayudar al país a proteger mejor y promocionar más los derechos económicos, sociales y culturales de sus habitantes, tiene mucho que ver con la Paz.
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Por fin, una vez terminada la sesión de hoy, a las 6,30, bajo al Assembly Hall, allí se organiza un concierto conmemorativo del Día Internacional de la Paz.
Cuatro pianos, en estrella, uno contra el otro ocupan la tarima. Son cuatro portentosos Bösendorff. A eso añade cuatro esforzados pianistas, fuertes y animosos, y un programa enérgico. El espectáculo no es precisamente pacífico, pero está garatizado que no aburrirá.
Lo que no entiendo es que para conmemorar el Día de la Paz se incluya en el programa una versión para cuatro pianos de la Obertura de Tannhäuser: no sé qué habría pensado de esto Woody Allen.
Creo que tras una obertura de Wagner sobre cuatro Bösendorff, pensaría que lo de Polonia se queda un poco corto de ambiciones. Tal vez Leningrado, Moscú y Stalingrado en un veranito... ¡Esta no es forma de fomentar la Paz!
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