
Ni soy científico ni tecnólogo, pero conozco (y he participado en) algunos trabajos de la UNESCO y de la OCDE al respecto y me ha tocado, como miembro del Comité DESC de la ONU examinar a algunos estados sobre este asunto en particular. No en vano la participación de la mujer en la ciencia y en la tecnología es uno de los contenidos del art. 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el art. 15 del Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales del que actualmente son parte 164 estados.
Mi artículo no está en este momento accesible íntegra y gratuitamente en la página de DEIA, por lo que os lo pego aquí tal como yo lo envié:
El sexo de la ciencia
Abochornado por el escándalo
y afeada su actitud por su universidad, nuestro científico se apresuró a pedir
disculpas y reconoció que había cometido una estupidez al hacer ese comentario delante de tantos periodistas. Rectificación
que le honraría sino fuera porque al excusarse insistió en que en el fondo lo
dicho era a su juicio bastante cierto.
Por lo visto este hombre
tiene problemas para trabajar con mujeres. Tal vez tenga que ver con su
educación, se me ocurre, no lo sé. Por desgracia hay muchos como él en otros sectores.
Si tienes un problema para relacionarte con normalidad con personas de otro
sexo, igualmente estresante tiene que ser trabajar en una zapatería o en una
agencia de viajes que en un laboratorio, digo yo.
Las mujeres han estado
excluidas de la ciencia durante toda la historia. Y sólo el genio de unas pocas
les ha permitido contribuir, muchas veces silenciadas, despreciadas o minusvaloradas,
en esta gran empresa de la humanidad.
Las únicas palabras que Ramón
y Cajal dedicaba a las mujeres, en su por lo demás muy interesante libro Los Tónicos de la Voluntad, son para
recomendar a los científicos que, como mal menor y ya que la vida en un
monasterio científico no resulta muy tentadora, se busquen una mujer modesta,
ordenada y buena administradora del hogar que no les descentre de su objetivo
científico.
Cuando Lise Meitner, a
principios de siglo, entró a trabajar en el Instituto Kaiser Guillermo de Química,
unos de los más importantes de la época, las mujeres tenían prohibida la
entrada en el laboratorio por que se podían quemar el pelo. Meitner trabajaba
en el sótano y se le tenía prohibido incluso subir las escaleras a las plantas nobles.
Su compañero de investigaciones recibiría en 1944 el premio Nobel por las
investigaciones que allí realizaron juntos. Meitner se quedó sin premio, aun
cuando se reconocía que el mérito era conjunto.
Afortunadamente las cosas van
cambiando. Cada vez son más las mujeres que dedican a la ciencia y a la
tecnología. Pero aún sigue habiendo brechas importantes. Según se sube en la
jerarquía del mundo científico (sea en la universidad o en la empresa) la
presencia de mujeres desciende (ver datos de la UNESCO o de la OCDE).
Todavía hay ramas de la
ciencia que, por prejuicios, estereotipos o tradiciones, se perciben como impropias
de la mujer. Países europeos que nos llevan muchos años de adelanto en otros
ámbitos de la igualdad, aún tienen porcentajes irrisorios en ciertas ingenierías,
por ejemplo.
Se trata de un problema serio
donde los prejuicios y los estereotipos cierran puertas y dificultan la vida y
el éxito profesional a muchas mujeres. Por eso la sandez de este Nobel merece
ser comentada: revela cómo estas ideas discriminatorias pueden estar presentes
en el imaginario de algunas autoridades científicas y pueden tener consecuencias
en el desarrollo académico y profesional de muchas mujeres científicas. Porque
son personas como el Dr. Hunt las que día a día toman decisiones sobre a quién promocionar
o a quién integrar en su laboratorio.
Rebatir a estas alturas la
idea de los laboratorios segregados, como en los tiempos de Meitner, no merece
ni una frase. Explicar a estas alturas que los mejores resultados en la ciencia
y en cualquier otra área vienen de la diversidad y de la suma parece igualmente
innecesario.
Pero la polémica ha servido
para sacar a la arena pública un problema que era sólo conocido por unos pocos y
que preocupaba casi exclusivamente a las afectadas: que en un sector
aparentemente tan neutro y moderno, tan
abierto y desprejuiciado, como debería ser la ciencia y la tecnología, la
igualdad encuentra en ocasiones, como en otros sectores, resistencias.
La participación de las
mujeres en el quehacer científico es una cuestión de igualdad y de derechos y
esto debería bastar para afectarnos e interesarnos a todos. Como dice la
Declaración Universal de los Derechos Humanos (art. 27) “toda persona tiene
derecho a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él
resulten”.
Pero es que además interesa a la sociedad poner todo el talento disponible en nuestro mundo a resolver los problemas de la humanidad y a mejorarnos la vida: a combatir el cambio climático, a curar enfermedades o simplemente a algo tan inútil como conocer mejor nuestro mundo y a nosotros mismos.
Otro gran científico impartía
una charla pública estos días. Una niña hizo una pregunta extraña: “¿cuáles son
las consecuencias cosmológicas de que Zayn Malik haya dejado One Direction rompiendo así el corazón
de millones de adolescentes por todo el mundo?” (aclaremos que Zayn era un
integrante guaperas del grupo musical One
Direction que al parecer hacía estragos entre el público preadolescente).
La respuesta de este
científico no pudo ser más inteligente. Animó a todas las chicas que pudieran
tener el corazón roto por culpa de Zayn a estudiar física teórica, puesto que
algún día podría demostrarse que hay universos paralelos y tal vez en uno de
ellos Zayn aún siga formando parte de la banda. Este científico se llama
Stephen Hawking y supo aprovechar la oportunidad más insospechada para hacer un
llamado a las niñas a interesarse por la ciencia.
Ojalá muchas niñas, les guste
o no el tal Zayn, puedan sentirse atraídas por la física o por la ciencia en
general. Ojalá que en su tiempo, cuando les toque llegar a sus laboratorios,
sus cátedras o sus puestos de responsabilidad, los estereotipos y prejuicios
que manifiesta Tim Hunt sean ya una tonta historia pasada… tan tonta y tan
pasada como aquella vieja pasión adolescente por el tal Zayn."
No hay comentarios:
Publicar un comentario