Camilo, Ercilla y
Rambo en La Araucanía
Les escribo desde La
Araucanía, al sur de Chile. Visito la zona justo en los días en que
se ha producido un grave incidente: la muerte de un joven mapuche,
Camilo Catrillanca, a manos de un comando especial de la policía
llamado, de forma inquietante, “Comando Jungla”.
De acuerdo con la
versión oficial, el Comando Jungla perseguía a un grupo de
delincuentes comunes que había robado tres coches. Al llegar a una
comunidad se dio un “intercambio de disparos” (en que emplearon
armas de gran calibre). Algunas balas impactaron contra el tractor de
Camilo Catrillanca, de 24 años, provocando su muerte al recibir un
tiro en la cabeza. A pesar de que los carabineros ocuparon el terreno
y se hicieron cargo de inmediato del cuerpo, no se encontraron ni
armas, ni prueba o siquiera indicio alguno que haga pensar que el
joven indígena tuviera algo que ver con el robo o que estuviera
armado. Las fotos muestran un tractor con numerosos impactos de bala,
lo que indica que no fue una bala perdida o rebotada o la mala
suerte, lo que le mató. Camilo no contaba con ningún tipo de
antecedentes policiales o judiciales (aunque las redes abunden ahora
en intentos, muy racistas en su mayor parte, de manchar su nombre).
Los hechos ocurrieron en la comunidad
mapuche del municipio de Ercilla, nombre que deben sentir muy cercano
todos los bermeanos que lean esto. Camilo Catrillanca era el nieto e
hijo de conocidos líderes mapuches y había sido él mismo dirigente
estudiantil de adolescente, tras haber conocido la represión en la
familia desde los 10 años, como narró en alguno de sus libros
(recomiendo, por ejemplo, “Historia Secreta Mapuche”) el
periodista mapuche Pedro Cayuqueo. En aquellos años colgaba Camilo
en Facebook el siguiente comentario: “¿cuándo nos daremos cuenta
del perseguimiento político que sufren injustamente muchos de
nuestros peñi?” (peñi significa algo así como compañero, en
lengua mapuche o mapugundún).
No me interesa aquí entrar en los
detalles del incidente, que no conozco sino por la prensa. Al
respecto sólo puedo desear una investigación independiente que
pueda revelar toda la verdad y, en su caso, terminar por la
aclaración y castigo de las responsabilidades penales,
administrativas y políticas que se dieran.
Pero más allá del caso, el pueblo
mapuche vive en esta zona un conflicto político con profundas causas
sociales, territoriales e históricas que se remontan no tan
directamente a la época de la colonización española (que también,
obviamente) como a la pacificación chilena (y colonización) de la
zona, entre mediados del XIX y principios del XX.
En este contexto, la creación de un
Comando Jungla (¿qué jungla hay en los bosques y montañas
araucanas?) de reminiscencias centroamericanas y colombianas (no en
vano se ha formado en Colombia, en un contexto muy diferente, y está
entrenado para responder militarmente a crisis con ejércitos
guerrilleros y narcoterroristas, que ni de lejos se dan aquí), y que
resulta más propio de Rambo que de Chile.
Camilo Castrillanca fue líder
estudiantil en el Liceo de Pilahueque, centro de formación
profesional intercultural que durante algún tiempo recibió, entre
otros ingresos, algunas ayudas de los programas vascos de cooperación
internacional. Hace unos años, ante las protestas de las familias,
el estado dejó de financiar sus actividades y el centro tuvo que
cerrar sus puertas. Pero sus instalaciones no fueron desaprovechadas:
son ahora la base del Comando Jungla, sí, el mismo que acabó con la
vida de su antiguo alumno.
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