sábado, 30 de diciembre de 2017

Balance del año 2017 en política internacional

Hoy en mi columna #MirarHaciaOtroLado de DEIA y Noticias de Gipuzkoa hago un breve repaso a algunos acontecimientos de las relaciones internacionales en el 2017. Resumir un año en 4.000 caracteres, título y espacios incluidos, es un ejercicio sobre todo de contención, de modo que muchas cosas se quedan fuera. Espero que si bien "no todo lo que es, está, sí que todo lo que está, sea". Cada uno tendrá su selección de eventos, su lectura propia, su priorización, su lente. Confío en que ésta te parezca, entra las posibles visiones, una suficientemente interesante.



#MirarHaciaOtroLado




UN DURO Y DIFÍCIL 2017




hoy toca hacer balance de 2017. El año comenzó con la toma de posesión de Donald Trump. El nuevo presidente no corrigió su indecente estilo vulgar e ignorante y nos ha regalado una adolescente y egocéntrica sobredosis de declaraciones y tuits que marcan una presidencia personalista, caprichosa y profundamente irresponsable. Al principio su maestría en destrozar equipos le impidió llevar a cabo sus promesas, pero poco a poco avanza en el desmantelamiento de la sanidad pública y de la política fiscal progresiva y transparente.


En política exterior el mandato de Trump ha estado oscilando entre la cercanía con Rusia y la necesidad de negarlo. Lo más peligroso quizá sea la tensión nuclear con el otro niño gordo y tonto de las relaciones internacionales: Kim Jong-un, el presidente de Corea del Norte. Incapaz de crear relaciones que no se basen en la sumisión y la humillación, Trump ha tenido encontronazos con muchos mandatarios mundiales, recordemos las estúpidas polémicas con su forma de estrechar la mano. Ha tenido éxitos en su agenda, como la reducción del presupuesto de la ONU, el aumento de cuotas de sus socios en la OTAN y el debilitamiento de la gobernanza global. Su revisión de los acuerdos comerciales haría las delicias de más de un crítico de la globalización. La salida de los acuerdos de París sobre cambio climático y de la Unesco o los efectos del reconocimiento de la capitalidad israelí en Jerusalén son algunas de sus decisiones más graves. Fíjese que sus logros consisten en destruir. Sí, Trump ha conseguido hacer daño.


En Europa hemos vivido la irrupción de Macron, que ha dado un impulso de la proyección internacional francesa: desde la Dirección General de la Unesco hasta la capitalización de la lucha contra el cambio climático. En el Reino Unido la materialización del Brexit está resultando más difícil y cara de lo que sus defensores habían imaginado. De momento parece que podrían quedarse, a cambio de una elevada factura, con lo que no querían del sistema europeo al tiempo que pierden sus ventajas y beneficios: gran ejercicio de hacer un pan con unas tortas. Algunos quisieron ver el final de Merkel, pero ha sabido negociar unos resultados difíciles no perdiendo la posición. La crisis polaca nos demostrará hasta qué punto los principios democráticos europeos están para ser cumplidos.


En América Latina, tras su primer año, el proceso de paz en Colombia, a pesar de los trompicones, sigue vivo y avanza. En México el último año del mandato de Peña Nieto nos presenta un país más violento y más vulnerable a la corrupción. Las elecciones de este año en Colombia y México marcarán en parte la marcha de un continente que ha dado cierto giro a la derecha en Argentina, Chile, Perú, Paraguay o Brasil, otro gigante con los pies enfangados en el lodo de la corrupción y el descrédito de la política. Venezuela parece avanzar hacia el precipicio de la pobreza, el enfrentamiento social y el camino sin salida.


Hemos visto el fortalecimiento incontestable del mandato de Xi Jinping en China, en una región asiática que sigue creciendo por encima del resto de regiones: 6,4% frente a un 1,1% previsto en Latinoamérica y un 3,4% en África. Es Myanmar el país que más crece de toda la región en un año en que hemos aprendido de la existencia y sufrimiento de los rohinyás.


La reciente concesión por parte del Gobierno vasco del Premio René Cassin a Minority Rights Uganda, nos ha permitido conocer mejor la situación de las personas que en África sufren persecución por su orientación sexual, con penas que en cuatro países pueden llegar a la pena de muerte y en otros a más de diez años. Solo en veinte de los 55 estados africanos la homosexualidad es legal (lo cual no quiere decir que no haya discriminación).


No, no me ha quedado un buen balance. Quienes siguen esta columna saben que procuro compartir una visión positiva de nuestro mundo. Hoy no lo he conseguido. Construyamos entre todos un mejor 2018.

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