Lo he titulado "Repensar el trabajo". Se trata de una reflexión sobre el trabajo y el empleo en nuestro mundo contemponáneo tras haber leído el Informe de Desarrollo Humano 2015 que lleva el mismo título.
Los que seguís el blog sabéis que esta semana se ha publicado el Informe de Desarrollo Humano 2015 y que lo hemos presentado y debatido en Getxo de la mano de UNESCO Etxea.
Por su interés os pongo aquí el enlace del IDH2015 en su versión en español.
#IDH2015 |
Por si no se leyera bien en los textos adjuntos, copia aquí el artículo íntegro:
REPENSAR EL TRABAJO
No puede ser un tema
más oportuno en un mundo en que, según los datos oficiales, hay 204 millones de
desempleados y otras 830 millones de personas que tienen un trabajo que no les
permite salir de la extrema pobreza (menos de 2 dólares al día). Más de 1.500
millones tienen un empleo sin condiciones de seguridad ni protección social.
Las mujeres cobran
un 24 % menos por trabajo de igual valor que el hombre y tienen sólo el 25% de
los puestos de responsabilidad en el mundo empresarial.
Es un mundo laboral en
cambio por la tecnología, las comunicaciones y el acceso de nuevos países
emergentes. El informe nos advierte de que “en el nuevo mundo laboral los
trabajadores deben ser más flexibles y tener una mayor capacidad de adaptación,
y han de estar preparados para la formación continuada, los traslados y las
renegociación de las condiciones de trabajo. También deben buscar más tiempo a
buscar nuevas oportunidades.”
Este lenguaje suena
muy duro a nuestros oídos: ¿es este un nuevo mundo mejor o peor para el
bienestar y los derechos de los trabajadores? Pues me temo que ambas cosas,
mejor y peor a un tiempo, mejor en algunas cosas y peor en otras.
Es mejor porque abre
las puertas a cientos de millones de personas de países empobrecidos que antes
estaban excluidos. Gracias a su talento y a su esfuerzo, gracias a la
tecnología, a la ciencia, a la educación, a la cooperación internacional y a la
solidaridad, nuevas oportunidades se abren para muchos millones de
personas que antes parecían condenadas por nacimiento a la miseria y la
esclavitud. Hoy esas personas tienen más oportunidades de trabajar y competir
con nosotros y eso, aunque nos duela, es muy justo.
Pero es al tiempo un mundo más exigente para todos. El informe lo dice con mucha crudeza: “para los trabajadores ahora es el mejor momento de tener un perfil con capacidades especiales y una formación adecuada, ya que estas personas pueden aprovechar las tecnologías para crear y obtener valor. Sin embargo, nunca ha habido peor momento para tener un perfil de trabajador solo con competencias y capacidades comunes”.
Pero es al tiempo un mundo más exigente para todos. El informe lo dice con mucha crudeza: “para los trabajadores ahora es el mejor momento de tener un perfil con capacidades especiales y una formación adecuada, ya que estas personas pueden aprovechar las tecnologías para crear y obtener valor. Sin embargo, nunca ha habido peor momento para tener un perfil de trabajador solo con competencias y capacidades comunes”.
Es un mundo donde
nada podemos dar por hecho y todo tendremos que ganarlo casi cada día con más
esfuerzo. Un mundo en que la educación, el talento, la generosidad, la
confianza y la innovación marcarán más que nunca la diferencia. Un mundo para
el que tenemos que prepararnos y, sobre todo, para el que tenemos que preparar
a nuestros hijos: un mundo universal y políglota. Un mundo donde la formación y
las capacidades ya no sólo se miden por títulos, que siguen siendo necesarios,
pero cada vez más insuficientes.
Es un mundo difícil, pero no más que el anterior para la inmensa mayoría de la humanidad. Es un mundo con enormes desigualdades, pero al mismo tiempo con más y mejores oportunidades para miles de millones de personas. Un mundo complejo que se resiste a clasificaciones maniqueas. Es el mundo en que nos toca bregar.
Es un mundo difícil, pero no más que el anterior para la inmensa mayoría de la humanidad. Es un mundo con enormes desigualdades, pero al mismo tiempo con más y mejores oportunidades para miles de millones de personas. Un mundo complejo que se resiste a clasificaciones maniqueas. Es el mundo en que nos toca bregar.
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