MirarHaciOtroLado, DEIA, 01/12/2015
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De Kyoto a París en tranvía
Ya, ya sé que es más prudente decantarse por el escepticismo
ante esta Cumbre del Clima. Sé que mostrarse desconfiado, o mejor aún,
descreído y levemente indignado, le da a uno cierta apariencia como de estar de
vuelta.
Son muchas cumbres del clima las que hemos visto pasar,
fracaso tras fracaso, sin avances, se nos dice. Yo no estoy tan seguro. En 1979
se celebró la primera Conferencia Mundial sobre el Clima, cuando todavía estos
asuntos sólo interesaban a científicos muy especializados. En la Cumbre de Río
de 1992 se aprobó el primer tratado internacional sobre la materia. Hoy este
tratado tiene 195 estados parte, es decir, la práctica totalidad de la
comunidad internacional que dispone así de un espacio donde discutir, medirse y
controlarse.
En 1997 se aprobó el Protocolo de Kyoto, que entra en vigor
en 2005. Se ha dicho mucho sobre sus carencias, yo prefiero pensar que fue un
primer paso, limitado, pero en la buena dirección. Sus compromisos no han sido
tan incumplidos como se cree y desde luego ha servido para avanzar.
Ahora, 10 años y numerosas cumbres después, llegamos a París
para renovar esos compromisos. Nos encontramos con muchas dificultades para
llegar a un acuerdo digno, ante un tema complejísimo, frente a intereses de los
más variados, entre posiciones políticas de muy diversa índole y muy difícil
conciliación.
Aún así hay hoy mucho más consenso que hace tan sólo tres
años, más voluntad política, más compromiso y muchos más medios económicos y
tecnológicos puestos sobre la mesa.
Mi apuesta es que se llegará a un acuerdo. Un acuerdo
insatisfactorio, un acuerdo insuficiente, un acuerdo criticable, un acuerdo que
no siempre se va a cumplir. Pero un acuerdo que nos permitirá volver a elevar
los estándares internacionales para combatir, mitigar y adaptarnos al cambio
climático. Un acuerdo limitado que pronto se quedará viejo y nos obligará a
negociar nuevas actualizaciones, nuevos compromisos para afrontar la inmensidad
de un desafío que amenaza nuestro futuro. Así avanzamos los humanos: pasito a
pasito.
Acusaremos a los políticos y a los gobiernos de falta de
ambición. Bien, en muchos casos será cierto, en otros no. Y veremos en las
grandes empresas las bestias insensibles que cegadas por la avaricia nos llevan
a la destrucción. Bien, en muchos casos será así, en otros no.
Pero, bueno o malo el acuerdo de París, su implementación y
su éxito dependerá no sólo de gobiernos y grandes multinacionales, sino de lo
que los ciudadanos, usted y yo, hagamos cada día en nuestros hábitos de vida,
de consumo, de convivencia y de ocio. Lo que hagamos en nuestros ámbitos más
locales y cercanos.
El Lehendakari y la consejera Ana Oregi están en París
mostrando la experiencia vasca y buscando aliados para nuevos retos. Nos cuesta
creerlo, pero es cierto que nuestro país tiene una trayectoria bastante solvente
en esta materia y que pone algo más que su granito de arena en este desafío
global. Lo local importa, lo pequeño es relevante.
El futuro del clima y nuestra calidad de vida se juega en
París, pero también se juega, cada día, en nuestro ayuntamiento, en nuestra
empresa, en nuestra bolsa de la compra, en nuestra basura y en nuestro bono de
transporte.
cusaremos a los políticos y a los gobiernos de falta de ambición. Bien, en muchos casos será cierto, en otros no. Y veremos en las grandes empresas las bestias insensibles que cegadas por la avaricia nos llevan a la destrucción. Bien, en muchos casos será así, en otros no.
ResponderEliminarPero, bueno o malo el acuerdo de París, su implementación y su éxito dependerá no sólo de gobiernos y grandes multinacionales, sino de lo que los ciudadanos, usted y yo, hagamos cada día en nuestros hábitos de vida, de consumo, de convivencia y de ocio. Lo que hagamos en nuestros ámbitos más locales y cercanos. tercerefecto.com/guerra-de-los-100-anos/
Interesante artículo, en la cual el autor ha expresado libremente sus observaciones personales del tema.
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