"El mundo que viene", su autor -Juan Martinez-Barea- lo sabe bien, es realmente el mundo que ya está aquí, aunque muchos lo ignoren y otros muchos prefieran hacer como que no fuera cierto.
El mundo en que vivimos es un mundo muy distinto al previo de la crisis que comenzó, pongamos, el 2008. Además aquel mundo no va a volver por mucho que la actual crisis económica y financiera vaya poco a poco pasando en los próximos años: nos conduce a algo muy distinto.
El discurso más en boga actualmente nos dirá que debemos resistirnos a este cambio, que es para mal, que trae más desigualdades y perdida de derechos, y pobreza generalizada.
Hay datos que parecen indicar sin embargo en otras direcciones. En estos 7 años han salido más personas de la pobreza en el mundo que nunca antes en la historia de la humanidad, se han salvado más vidas, se han abierto más oportunidades, se ha dado más educación y más sanidad que nunca en la historia (y especialmente a las mujeres y a los más pobres) se ha alimentado a más gente que nunca, y más gente que nunca ha tenido acceso al agua potable y al saneamiento.
Se hace pues muy injusto decir que, como en Europa tenemos más paro, eso significa que el mundo va a peor. Se hace muy injusto que los europeos nos pongamos nostálgicos cantando aquello de todo tiempo pasado fue mejor y queramos que el mundo vuelva a ser el de antes: uno que tenía aún más sangrantes injusticias y desigualdades que el de hoy, pero injusticias que siempre nos favorecían y por lo tanto nos parecían más aceptables.
Este nuevo mundo es más exigente para todos, sí. Es un mundo en cierto sentido más jodido, sí, donde los occidentales no podemos dar por sentado, como antaño que nosotros éramos los ricos y el resto iban a aceptar el papel de pobres. Ya no es así. Gracias a las tecnologías, a la ciencia, a la educación, a la cooperación internacional, y a la solidaridad, nuevas oportunidades se abren para muchos millones de personas que antes parecían condenadas por nacimiento a la miseria y la esclavitud y hoy tienen más oportunidades de competir con cualquiera.
Es un mundo donde nada podemos dar por hecho y todo tendremos que ganarlo casi cada día con más esfuerzo. Un mundo en que la educación, el talento, el compartir y el dar, y la innovación marcarán más que nunca la diferencia. Un mundo para el que tenemos que prepararnos y, sobre todo, para el que tenemos que preparar a nuestros hijos: un mundo universal y políglota.
No es mundo color de rosa: todo lo contrario, es un mundo duro. Es un mundo difícil, pero no más que el anterior para la inmensa mayoría. Es un mundo con enormes desigualdades, pero con más oportunidades para cientos de millones de personas.
En Europa no protegeremos nuestro sistema de bienestar simplemente negando la realidad o protestando al cielo o peleando contra el espejo, sino adaptándonos a este nuevo mundo con más educación, más rigor, más esfuerzo, más ambición, más generosidad, más responsabilidad, más creatividad y más innovación. No avanzaremos negándonos a un mundo que dé más oportunidades a otros pueblos que nunca las han tenido: ni es posible ni es justo.
En ningún lugar estaba escrito, aunque lo creyéramos, que los hijos de los europeos iban a ser más ricos que los hijos de los indios o los chinos o los brasileños o incluso los africanos. Hay -y cada vez habrá más- cientos de millones de indios, de chinos, de brasileños e incluso de africanos más educados, más productivos, más creativos, más innovadores, más emprendedores, más generosos y más ricos que muchos de millones de europeos. Lo siento: es justo que así sea. Y lo han conseguido por méritos propios, con su esfuerzo y su talentos y sus ganas. Y muchos de ellos se han puesto a ayudar a otros a conseguir nuevos retos. En bonito conocer algunas de sus historias que este libro nos acerca.
Este libro de Juan Martínez-Barea nos explica algunas de las claves de este extraño mundo que viene... Y lo subtitula "una llamada al optimismo y a la acción". Su subtítulo le hace justicia. Te lo recomiendo vivamente.
Es una llamada contra la complacencia, una llamada exigente y dura, pero una llamada esperanzada y casi diría yo que no sólo optimista, sino en ocasiones hasta alegre.
De momento aquí te remito a su página web donde te recibe con la siguiente frase "bienvenido a la era de la meritocracia, en la que cualquier persona, si quiere, podrá competir con los mejores del mundo", bueno no creo yo que sea para tanto en un sentido literal, pero sí marca una tendencia o una idea que es importante y que es buena:
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